Los procesos, cuando dan resultados, no tienen por qué modificarse a no ser que sea estrictamente necesario, y las personas a cargo son pieza esencial.
Las cifras por la operación en la Industria Licorera de Caldas (ILC) hablan por sí solas y deben ser el insumo para que el gobernador, Luis Carlos Velásquez Cardona, tome decisiones pertinentes y desprovistas de cualquier asomo de politiquería. En un consejo de Gobierno pidió la renuncia protocolaria a su gabinete, y eso no fue bien visto, a pesar de que actúa tal y como lo faculta la ley para disponer, cuando considere necesario, de los cargos de libre nombramiento y remoción como son secretarios de despacho y gerentes de entidades descentralizadas. Se alega que en la solicitud hay más de político que de técnico por presión de líderes que lo apoyaron en campaña y de cara a las próximas elecciones.
Entre las renuncias que pidió el gobernador están las del gerente de la ILC, Andrés Elías Borrero Manrique, y de los miembros del Comité de Gerencia. ¿Por qué cambiarlos si no hay motivos explícitos?, o si los hay, al ser una entidad pública, la Gobernación debe exponerlos como acción de buen gobierno y de la transparencia que predica. Los procesos cuando dan resultados no tienen por qué modificarse, a no ser que sea estrictamente necesario. Las personas a cargo son pieza esencial. Tienen la estructura en la cabeza y las capacidades para mantener dicho engranaje empresarial.
Los $3 mil 700 millones por ganancias obtenidas en el primer trimestre de este 2023 en la ILC representan 988% más que lo logrado en el mismo periodo del 2022. Proyectan vender este año 48,5 millones de botellas de 750 mililitros que generarán $477 mil millones, y de lograrlo serán $59 mil 483 millones más que lo alcanzado en ventas en el 2022. En utilidades, prevén que serán este año de $70 mil millones, $9 mil 300 millones más que lo alcanzado el año anterior. También en el 2022 la ILC le transfirió al Departamento $36 mil 223 millones. Son datos que reflejan los buenos resultados operativos y detrás de ellos están las cabezas actuales.
La ILC y el Departamento saben lo que son tiempos aciagos. La empresa ya pasó por manos que buscaron robarla y desfalcarla y hubo personas tras las rejas por esta causa. Por fortuna, la destilera vive hoy su época dorada, con liderazgos que han trazado el camino y lo han continuado como sucede con quienes están al frente, que incluso mantienen estrategias de crecimiento comercial con el lanzamiento de nuevos productos y refuerzan los tradicionales Ron Viejo de Caldas y sus aguardientes Cristal y Amarillo. También hay que hablar de las relaciones laborales, que sin ser perfectas han logrado acuerdos que mantienen a sus sindicatos trabajando de la mano para mantener el crecimiento.
Gobernador, no se pueden dejar perder estos logros de la principal empresa del departamento, y esperamos que los cambios que tiene en mente estén lejos de peticiones politiqueras como muchos lo han insinuado. Al Gobierno seccional solo le faltan ocho meses para concluir su periodo y si por lo logrado en la destilera se ha sacado pecho en estos tres años y cuatro meses de ejercicio, se ve innecesario mover a quienes le han cumplido a la región, ubicando a la ILC entre las primeras licoreras del país junto a la de Antioquia.