La fuerza política con la que empezó el Gobierno de Gustavo Petro el 7 de agosto del año pasado no es la misma con la que empieza hoy la segunda legislatura en el Congreso de la República. En este periodo que va hasta el 16 de diciembre no será tan fácil conformar las mayorías en Senado y Cámara para que le aprueben sus reformas. En menos de un año el Gobierno nacional tuvo revés político. Poco queda del Gran Frente Amplio que conformó el Pacto Histórico, partido del presidente, con movimientos progresistas, de centro y hasta de derecha como aliados. Fue fugaz, empezó a desarticularse a medida que llegaron los proyectos de reforma y la oposición fue creciendo.
El Gran Frente logró aprobar la reforma tributaria, el Acuerdo de Escazú, la ley de paz total, el nuevo Código Electoral, pero el desgaste de las relaciones políticas, que ha llevado también a un debilitamiento del Gobierno, se le vino encima ante la imposibilidad de llegar a acuerdos nacionales. Ahí están las hundidas reformas política y laboral, y dos reformas estancadas: la de la salud y la pensional que tienen más detractores que seguidores. Inclusive el Partido Liberal llega con una contrarreforma a la salud, que asegura no lesiona el sistema existente, pero sí lo corrige.
Si finalmente se integran los partidos Cambio Radical, Conservador, Liberal, la U y Centro Democrático habrá una nueva mayoría, pero de oposición. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el Gobierno es el que detenta la maquinaria y los recursos necesarios para cambiar la dinámica, y lo que hoy se ve fuerte desde lo político, lo puede debilitar y transformar a su favor con contratos, puestos; en fin, con “mermelada” como tanto han denunciado en todos los gobiernos y lesiona la democracia.
Hay que considerar también que el Congreso llega a elegir Mesas Directivas de Senado y Cámara, y aunque aún no hay claridad de quienes saldrán ungidos, están vigentes acuerdos políticos en los que la presidencia de Senado debe recaer en la coalición Partido Alianza Verde-Centro Esperanza y la de Cámara en el Partido Liberal, que apoyaron el triunfo de Petro. En la puja están los senadores Angélica Lozano, Inti Asprilla, Ariel Ávila e Iván Name sin poder definir todavía, y para Cámara el Gobierno considera que debe ser Andrés Calle como quedó pactado, aunque el liberalismo no coincide en ese nombre y tendría más candidatos. El ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, llamó a respetar los acuerdos. La elección debe darse hoy.
Este es año de elecciones regionales y eso también jugará en contra del Gobierno. Ningún político se va a exponer a perder el caudal electoral, representado en los avales de los partidos para sus candidatos a alcaldías, gobernaciones, concejos, asambleas y juntas administradoras locales; además del tiempo que les demandará a los congresistas estar más presentes en lo electoral, pero muy ausentes de lo legislativo. Todo esto seguramente promoverá más escépticos a favor de cualquier tipo de reforma. El Gobierno ya anunció radicar la de la educación superior, que ingresa con contradictores; otra a los servicios públicos y la agraria. En política cualquier cosa puede suceder, pero el Gobierno no tiene un camino fácil en esta legislatura y los miembros del gabinete no han ayudado a solventarlo.
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