En estos días ha sido crítica e ilustrativa de la mala situación por la que atraviesan las obras públicas en Manizales, en donde la administración del alcalde, Carlos Mario Marín, aún no logra entregar una buena obra terminada, pese a que solo le quedan 11 meses de gestión al frente del gobierno. El hecho de que el Bulevar de la 48, al terminar su sexta prórroga, no esté todavía plenamente concluido y que todavía se tengan pendientes acabados que necesitarían de más días para poder ser recibidos a satisfacción evidencia la gravedad de lo que viene ocurriendo.
Sin embargo, el problema se vuelve más agudo cuando se analiza lo que pasa con la glorieta de Los Cedros, una obra que venía proyectada desde la administración anterior, y que no solo no pudo comenzar el año pasado, como estaba previsto, por problemas en los diseños y en la gestión predial, sino que la determinación de expropiación asumida por la Alcaldía genera tensiones que harán más traumático aún este difícil proceso. Aunque, supuestamente, ya se había hallado el camino para reactivar la ejecución de esta obra, la realidad es que la incertidumbre ahora es mayor.
Si a esto le sumamos la determinación judicial que, al resolver una acción popular, ordena suspender la licitación de la Línea 3 del cable aéreo, por considerar desórdenes en la planeación, con la gestión predial también comprometida, y demasiadas dudas alrededor de la ejecución de los recursos, el panorama pasa de castaño a oscuro y enciende unas alarmas delicadas, que merecerían que los entes de control intervengan con mayor determinación para evitar desgreños mayores a los que ya se evidencian.
El gran problema es que están en juego cuantiosos recursos, la mayoría de ellos provenientes de la deuda, lo cual puede constituir un sobrecosto injustificable que nos golpeará a todos los manizaleños. Las esperas continuas en el Bulevar de la 48 hicieron que el valor de la inversión, prácticamente, se doblara, y ni qué decir del intercambiador de Los Cedros, y es aún más incierto el panorama financiero de la Línea 3, que además de suspendida por un juez aún está expuesta a las decisiones de cambio de la estación 4 y a rediseños que podrían enredar aún más la posibilidad de su construcción, la cual es sin duda necesaria.
Lo triste y complicado es que otra obra vital para la ciudad y la región como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Los Cámbulos tampoco avanza y no existe ninguna obra en la ciudad que pueda decirse que está cerca de concretarse. Por eso es tan cuestionable que ahora se esté pensando en comenzar otro frente de obra como el Bulevar de la 19, que promete ser bonito y ambicioso, pero que a la luz de lo que ha venido pasando no le da tranquilidad a nadie que una adecuada planeación previa, que incluya a todos los involucrados, se haya realizado.
Evidentemente, el alcalde y su equipo tienen urgencia de mostrar resultados y en ese afán se cometen errores. También es cierto que no es enteramente su culpa y que hay factores externos que han influido en lo que está ocurriendo, pero la responsabilidad es de quien tiene la potestad de tomar las decisiones, que han resultado equivocadas en muchos casos. El tiempo apremia para corregir, y mientras se agotan las oportunidades de enderezar el camino, las cosas parecen complicarse.
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