Era más que evidente la inconformidad en el sector minero y energético del país con el desempeño de la exministra de Minas y Energía Irene Vélez Torres. Su perfil de filósofa, con maestría en Estudios Culturales y doctorado en Geografía Política, no logró convencer ni resolver las dudas sobre si estaba preparada para un cargo de este calibre. Tampoco se pudo desmarcar del rol de activista en temas ambientales y mineros, muy criticado por cierto al tratar de acelerar a toda costa una transición energética en Colombia, sin tener muy claro cómo lograrlo sin afectar la economía.
Fueron piedras en el zapato del sector mineroenergético muchas de las ligerezas de Irene Vélez en 11 meses en el Ministerio, que llevaron a la Cámara de Representantes a promover pronto una moción de censura, que no prosperó, como no prospera ninguna, en este caso porque las mayorías de Gobierno la protegieron. No se conoce que el presidente Petro le hubiera hecho al menos un llamado de atención para que se pusiera a tono. De hecho, la ha defendido, incluso después de renunciar.
Lo que la llevó a dimitir es que al parecer usó el poder del cargo para que autoridades migratorias autorizaran la salida del país de su hijo, menor de edad, sin cumplir los requisitos que exige la ley a todos los padres en Colombia. La Procuraduría investiga. Además, el Estado le otorgó a su esposo un contrato del Fondo Colombia en Paz, por 128 millones de pesos, firmado en junio de este año, relacionado con sustitución de cultivos ilícitos, que sin ser ilegal porque no es la contratante, sí se ve como favorecimiento.
Con la salida de Vélez, el presidente Petro nombró el lunes como ministro a Ómar Andrés Camacho Morales, un ingeniero eléctrico, licenciado en Física, con maestría en Administración de la Energía y Fuentes Renovables, que laboraba como asesor en el Ministerio. Fue docente universitario, dirigente de Marcha Patriótica y para las elecciones del 2018 se postuló por el Partido Comunes como candidato a la Cámara de Representantes en Bogotá. Aún no se posesiona, pero asumirá en momentos en los que la Dijín investiga una posible sofisticada corrupción que habría comenzado hace cuatro años y que involucra a empresarios del país por presunto robo y contrabando de petróleo de oleoductos colombianos y venezolanos, que se mezclaba para ser vendido en el exterior, lo que afectó significativamente las finanzas de Ecopetrol.
De Camacho se espera un ministro conocedor de lo técnico, con ponderación hacia su grupo de trabajo. Por diferencias con Vélez, muchos de los talentos que tenían el conocimiento en el Ministerio ya no están, y así los procesos empiezan a tambalear. El nombrado también deberá actuar en casos de incompetencia o de culpa probada, porque en este escándalo transnacional estarían involucrados funcionarios de Ecopetrol y eso se debe aclarar. El nuevo ministro tendrá que rodearse de los mejores para atender además el Fenómeno de El Niño que puede afectar la demanda de energía en el país y, por eso, será clave que siga pensando en la transición energética, pero sin que se convierta en un harakiri a las finanzas del país.
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