Encontrar y formular soluciones reales a los padecimientos de Venezuela, en poder del chavismo desde hace 24 años, y a los enfrentamientos con los partidos de oposición debe ser el centro de la Conferencia Internacional sobre el proceso político de este país, a la que convocó para hoy en Bogotá el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y a la que asistirán delegados de 20 países de América Latina, Europa y Estados Unidos. El interés debe ser que retorne la normalidad a un pueblo afectado en lo social y en lo económico, pero sobre todo por la violación sistemática de sus derechos humanos.
Se pretende terminar con la parálisis de cinco meses de las conversaciones en México para llegar a acuerdos entre el Gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y la oposición. El mandatario colombiano lidera la Conferencia y dice que su ánimo es lograr un diálogo político de cara a las elecciones del 2024 y 2025 en el país vecino. Ya escuchó el sábado a partidos de la oposición y se ha reunido en varias ocasiones con su homólogo, Maduro, pero afirma que cualquier acuerdo tiene que ser entre los mismos venezolanos e incluir un cronograma electoral con garantías y el paralelo levantamiento de sanciones económicas. También pidió que se retornara a Venezuela a la OEA y que se podía ajustar la carta democrática para admitir también a Cuba, eso sí sería poner todo de cabeza, porque para poder estar allí se debe contar con una democracia real, lo que no pasa hoy en Cuba, en Nicaragua ni en Venezuela.
Es hora de que los venezolanos vuelvan a tener democracia, comicios transparentes y participativos, no movidos al son único de quienes ostentan todos los poderes. Se requiere que organismos internacionales y países sin dependencia económica de Venezuela sean los garantes de las votaciones y estén al tanto desde el inicio hasta el resultado final, evitando cualquier asomo de manipulación. Esta nación no aguanta más seguir sufriendo los vejámenes de un régimen que ha no ha demostrado resultados positivos.
El destacado papel del presidente Petro en este asunto lo posiciona en el contexto internacional, pero para lograrlo, sin salir señalado de cualquier viso de interés, debe dejar a un lado su cercanía y amistad con Maduro, igual que su canciller, Álvaro Leyva, con ese Gobierno. Está bien mantener la relación de hermandad, pues Venezuela en momentos de crisis económica en Colombia también le dio la mano a nuestros nacionales que migraron hacia allá, pero el problema ya es otro. Se trata de buscar rutas para permitirles a millones de venezolanos retornar a la calidad de vida que tenían antes del régimen. Cuando comer, estudiar, acceder a servicios de salud y a otros aspectos del mínimo vital estaba garantizado para la mayoría de los venezolanos.
La de hoy será una oportunidad para actuar con base en humanidad también por los 7 millones de personas que, según Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha dejado Venezuela y los ha lanzado a arriesgar sus vidas al atravesar a pie sitios peligrosos como el tapón del Darién o la frontera mexicana con miras a subir hacia Estados Unidos. Es la hora de Venezuela, pero libre y democrática.
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