“La más” se ha constituido en una expresión superlativa que usan muchos jóvenes para referirse a las mejores cosas que pasan o personas que tienen cercanas y que se destacan en algo. LA PATRIA ha querido hoy apropiarse de esta frase para invitar a los manizaleños a ver las cosas buenas que nos pasan. En los últimos tiempos se ha posicionado en el imaginario colectivo un discurso negativo que tiene asidero en una serie de hechos que han sucedido. Sin embargo, queremos hacer un alto en el camino y recordar que el mundo es complejo y que unas cuantas noticias malas son solo parte de una realidad más amplia, en la que también contamos con cantidad de momentos que valen la pena resaltar. Una ciudad es mucho más que un mal momento o una mala Administración. Si hay una ciudad que a lo largo de la historia ha demostrado que es capaz de innovar y crecerse ante la adversidad, esa es Manizales.
Entre la información que se destaca hoy en nuestras páginas, tenemos a una veintena de manizaleños por adopción a quienes invitamos a contarnos por qué escogieron esta ciudad. Son motivadoras sus palabras y nos permiten valorar las cosas que se nos han vuelto paisaje y que damos por sentadas. Esa calidad de vida que muchos destacan, claro que pasa por la prestación de los servicios públicos, por la cercanía de los lugares, por la educación universitaria de calidad, pero más intangible y muy importante, por la capacidad de sus gentes para arropar a los demás, ese rasgo solidario que tanto está interiorizado en el ser manizaleño y que contagia a quienes resuelven quedarse para emprender sus planes de vida.
Atrás quedó esa sociedad supercerrada de la que tanto se ha escrito, esa expulsora de lo diferente. Esta es una ciudad que a medida que envejece rápidamente, también cuenta con una juventud vibrante, mucha de ella importada, que contribuye a un diálogo intergeneracional e interrregional, lo que resulta ser alimento para la creatividad y para la innovación. No es gratuito, que sea esta una ciudad con grandes emprendedores TIC, con desarrollos importantes en temas médicos y también agropecuarios. Una capital, que llena de orgullo a sus habitantes.
Los anunciantes que creyeron en esta idea de hoy y nos acompañan en ella son muestra palpable de esa ciudadanía viva, de la cantidad de gente que silenciosa y con constancia logra mantener arriba las cifras de empleo, de inversión privada, de generación de riqueza, de exportaciones, entre muchos otros indicadores positivos para los que ha sido clave entender que atrás quedó la época de los lobos solitarios. Son el encadenamiento empresarial, el compartir los saberes, el ayudar desde el conocimiento experiencial a quienes apenas empiezan a construir sus negocios parte de la transformación del empresariado local, que actúa con responsabilidad social.
Lo que presentamos hoy es una muestra apenas mínima de la cantidad de cosas positivas que suceden en la ciudad y en el departamento. Son muchas realidades, que trascienden de lo meramente político o de la amenaza de riesgo volcánico. Claro que hay preocupaciones, se requiere que quienes aspiran a dirigir la ciudad empiecen por mostrar la capacidad para saber que no es el momento para varios de ellos, que no tienen la experiencia pública o ejecutiva otra cantidad, que no cuentan con la habilidad política para convencer a los votantes y que más allá de cualquier idea individual por una Manizales mejor, se requiere construir desde lo colectivo una visión en la que estemos de acuerdo en los mínimos y que el próximo alcalde sea el gerente que ayude a ir concretando esas ideas. No las suyas, las de todos los que trabajan para hacerla competitiva y amable. Los ejemplos de hoy son prueba de que hay con quién.