Hacer una planificación razonable y ponderada no solo concierne a las administraciones, que desde el comienzo deben ser claras sobre hasta dónde pueden llegar; la ciudadanía también debe ser sensata en lo que pide a un plan de desarrollo.
En la vida administrativa, la planificación ocupa por estos días la posición más preponderante entre todas las actividades. Municipios y departamentos están dedicados de lleno a construir los planes de desarrollo para los próximos cuatro años, hasta el 2027. Se trata de una labor exigente y minuciosa, porque se convierte en el instrumento orientador de todas las acciones públicas y que los funcionarios deben cumplir a través de sus objetivos y metas; todos medibles. No hacerlo sería repetir la historia de alcaldes y gobernadores que presentaron resultados a su favor, fingiendo logros al final del periodo.
De otro lado, es inadmisible que cualquier administración esté posando de abrir la participación a ciudadanos, instituciones y gremios en una construcción colectiva del plan, si en el fondo sabe que no puede cumplir lo que le están pidiendo. Con sobrada razón el exdirector del Departamento Nacional de Planeación Jorge Iván González, antes de salir el mes pasado del Gobierno Petro, habló de cambiar el Sistema Nacional de Evaluación de Gestión y Resultados, como mecanismo para la evaluación y seguimiento, porque el país debe sincerarse con la forma en la que evalúa los planes de desarrollo, en los que se miente con facilidad.
Hacer una planificación razonable y ponderada no solo concierne a las administraciones, que desde el comienzo deben ser claras sobre hasta dónde pueden llegar; la ciudadanía también debe ser sensata en lo que pide en un plan de desarrollo, abstenerse de convertir este trabajo en una larga lista de mercado que no tiene objeto en lo público y lleva es a la pérdida de tiempo. Este tipo de ejercicios deben contar con expertos que orienten cada fase, hasta llegar a formular un documento técnico que se somete a consideración de instancias de planificación y finalmente al debate en concejos y asambleas.
La elaboración de los actuales planes de desarrollo municipales adquiere una connotación especial porque Manizales, Neira, Palestina y Villamaría ya forman parte del Área Metropolitana Centrosur de Caldas, la primera en el departamento. Lo que se defina en cada municipio deberá ir en consonancia con las políticas, programas y proyectos que se establezcan para esta figura regional, esencialmente en cuanto a la vocación que tendrá esta Área, a qué se le quiere apostar.
Los planes de desarrollo deberán enfocarse en lo urgente y no en lo accesorio, en lo necesario y no en lo suntuario, en lo que resuelva problemas y no en lo que genere dificultades por falta de recursos. Parte del sentir ciudadano en el Área va enfocado a dotación de infraestructura, más y mejores vías, acueductos, a resolver problemas de movilidad, a la preservación del agua y los recursos naturales, a la educación, al turismo responsable, a la inclusión social, al fomento de la economía. Estas son señales para abordar el camino de la integración, pero siempre pensando en lo que puede aportar cada territorio y es factible ejecutar.