Quedó encendida la alarma en Colombia porque disidencias de la guerrilla de las Farc dirigidas por Iván Mordisco, que se hacen llamar Estado Mayor Central (Emc), se pararon de la mesa de diálogos de paz y suspendieron el fin de semana la agenda pactada con el presidente Gustavo Petro. Dicen ellos, para hacer una consulta interna sobre lo que será el futuro de este proceso e invitaron al Gobierno a hacer lo mismo, lo que deja fuertes dudas. Esa decisión tempranera, porque la mesa se instaló el 16 de octubre -hace solo 3 semanas-, pone en riesgo la estabilidad nacional y a colombianos que viven en zonas donde esta guerrilla tiene más incidencia. Vimos el fin de semana la actuación ilegal de un grupo de campesinos del caserío El Plateado -zona rural de Cauca- que retuvieron a 200 militares supuestamente por órdenes de la estructura móvil Carlos Patiño, que forma parte de las disidencias. Los militares, por fortuna, fueron liberados horas después por la intervención de una misión humanitaria.
La situación está mostrando la capacidad e influencia de esta guerrilla sobre la población; quiere decir que pasó de poner sus hombres en línea de combate a exponer a civiles, quién sabe bajo qué circunstancias de coacción o de amenaza. Estas disidencias aseguraron que se mantiene el cese al fuego bilateral pactado con el Gobierno, pero no dan tranquilidad porque advierten que hay peligro de que se rompa definitivamente la mesa nacional del acuerdo de paz, que sería bastante grave teniendo en cuenta que los diálogos con la guerrilla del Eln tampoco pasan por un buen momento por el secuestro del padre del delantero de la selección Colombia Luis Díaz y que dejó al descubierto que serían al menos otros 32 colombianos los que tienen secuestrados; es decir, que esta otra guerrilla tampoco está cumpliendo lo acordado.
Resulta bastante peregrino el argumento del Emc cuando afirma, tras unas elecciones regionales en el país en las que fuerzas y partidos de izquierda no obtuvieron buenos resultados en las urnas, que suspenden los diálogos porque que son constantes los incumplimientos del Gobierno sobre lo acordado o que le falta seriedad al cumplimiento de protocolos establecidos. No contempla el Emc que es todo lo contrario. El Gobierno ha sido demasiado connivente con ellos, al punto de ceder espacio en zonas que deberían seguir custodiadas por la Fuerza Pública, porque para eso existe. ¿Por qué les incomoda esa presencia si ya están en un proceso en el que se comprometieron a no seguir delinquiendo para sumarse a la paz total?
Rechazable además que haya reacciones como la del expresidente Ernesto Samper, quien escribió: “aunque el Eln violó de manera flagrante el acuerdo al cese al fuego pactado con el Gobierno al secuestrar al padre de Lucho Díaz, debemos reconocer que tuvo coraje de aceptar su equivocación y anunciar el regreso del secuestrado”. Desaguisadas palabras las de Samper, porque se trata de actos delictivos que nada tienen para destacar, más aún cuando el país se encuentra conmovido y atemorizado por lo que pueda pasar con estas guerrillas y con el anunciado proceso de paz total, lo que podría desencadenar en una ola de violencia como muchas de las que hemos tenido en Colombia y al propio Samper le tocó lidiar.