Colombia tiene 54 aeropuertos comerciales, entre los cuales hay 14 internacionales. Los 36 restantes son los llamados domésticos por operar exclusivamente vuelos a destinos nacionales y ahí está La Nubia, de Manizales, que solo maneja cuatro frecuencias diarias, tres a Bogotá y una a Medellín, en un horario de 10:00 de la mañana a 5:00 de la tarde. Se trata de un aeropuerto excesivamente doméstico, porque las escasas horas de operación son insuficientes para los requerimientos. Manizaleños y viajeros se ven obligados a desplazarse por El Matecaña, de Pereira, o El Edén, de Armenia, y eso aumenta costos y tiempos de viaje. Nada positivo ni le aporta a la competitividad.
La solución en la región es construir el aeropuerto del Café, en Palestina, que está suspendido y enredado; además, sin la voluntad del Gobierno Petro, que pidió a través de su ministro de Transporte poner en blanco y negro la situación de este proyecto para tomar decisiones frente a su futuro. El departamento queda sometido a tener que disminuir los problemas de La Nubia lo más que pueda, porque en el corto plazo no se ven salidas para Aerocafé. En eso debemos estar todos unidos y aportando, y la Alcaldía de Manizales debe ayudar a la Gobernación de Caldas a gestionar estas mejoras, como socio de Aerocafé y como primera autoridad del municipio donde está asentada La Nubia.
El Concejo Municipal pidió gestionar con las aerolíneas en el país para que ofrezcan más frecuencias en La Nubia y atender los requerimientos de la comunidad. Antes de la pandemia operaban entre ocho y nueve diarias, en el 2021 descendieron a cinco y el año pasado quedaron cuatro. No es fácil, es cierto; que es una labor que ya se ha hecho, claro está, pero que hay que insistir porque es lo que tenemos y hay que resolverlo de alguna manera. La ciudad no puede quedarse sin aeropuerto. Hay que esmerarse en buscar opciones.
Insistir en hacer alianzas público-privadas para que alguien llegue con el músculo financiero suficiente a mejorar desde lo técnico los servicios a pesar de las restricciones. Se necesitan ayudas que permitan el aterrizaje en la noche o la madrugada. Otro problema que requiere resolución urgente es la contracción económica que atraviesan los comerciantes en esta terminal aérea. Llevan años afectados por la reducción sustancial en ventas porque ya no hay viajeros ni visitantes, pero han tenido que seguir pagando por igual arrendamientos y servicios. Pensar en alivios sería una salida, como ocurrió durante la pandemia.
Parte de la solución también es trabajar denodadamente para destrabar cuanto antes a Aerocafé, que es lo planteado. Este proyecto no puede seguir siendo ganancia política ni motivo de señalamientos. Hay que investigar lo irregular que haya pasado, pero también demostrar que no es capricho de región, sino una necesidad para el desarrollo y la competitividad. El periódico El Colombiano publicó un gráfico de los elefantes blancos más costosos del país, y Aerocafé ocupa el sexto puesto, de acuerdo con datos de la Contraloría General de la República, que alertó sobre 1.700 proyectos inconclusos en Colombia que suman unos $15 billones en obras inconclusas. Solo en Aerocafé el organismo registra $164.648 millones, pero ni siquiera ha comenzado su construcción, quedó parada en movimiento de tierras. Eso no es del todo cierto, pero sí ratifica que es una obra que necesita ser terminada.
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