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La Ley 724 del 2001 estableció celebrar en Colombia el Día Nacional de la Niñez y la Recreación, con lo que se definió que abril de cada año es el mes dedicado a homenajear a la infancia. En el 2015 Red PaPaz, una red de madres y padres dedicada a proteger los derechos de los niños y los adolescentes en el país, le escribió una carta a las Farc-Ep, que se encontraban en medio de los diálogos de paz con el Gobierno Santos. Les exigieron no incorporar en adelante a menores de 17 años a las filas guerrilleras, de conformidad con lo estipulado en el Código de Infancia y Adolescencia y en la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Esto no lo cumplieron, aunque habían anunciado hacerlo.
La semana pasada el rechazo fue contra el Ejército de Liberación Nacional (Eln), que sin recato, ni acatamiento de las normas, que por cierto son extremadamente rígidas para todos los colombianos, difundió por redes sociales unas fotografías donde aparecen guerrilleros del frente Juan Fernando Porras Martínez con fusiles, ropa camuflada y pañoletas rojas y negras. Ocurrió en la plaza del corregimiento de Versalles, en Tibú, Norte de Santander. Cuentan que los guerrilleros llegaron al lugar y posaron con niños que estaban allí. Aparecen abrazados a los combatientes e incluso se les ve con palos que imitan armas. Eso quiere decir que han pasado años y el panorama, en vez de mejorar, empeora para la infancia en Colombia.
La Defensoría del Pueblo fue contundente. Aseguró que la difusión de este material es una clara vulneración a los derechos de los niños y de los adolescentes y es una invitación tácita a pertenecer a estos grupos armados. El organismo advierte que en especial los menores de edad deben estar al margen del accionar de las guerrillas y por el contrario deben estar es en las escuelas y en los colegios formándose y desarrollando su pleno potencial como seres humanos. La Defensoría pidió a los grupos armados que se abstengan de vincular en sus acciones a los menores de edad. Un segundo llamado de la sociedad que no quieren escuchar.
Esto ocurrió en Norte de Santander, pero es una realidad en todo el territorio nacional por donde se mueven las guerrillas, sea en zonas rurales o en las urbanas. Los niños y los adolescentes están quedando como carne de cañón expuestos a todo tipo de riesgos, cuando los parques, las plazas, las calles deben ser escenarios para su goce y disfrute. Ni recriminarles a los padres de familia de los jóvenes en Versalles, pues ante la presencia de un actor armado, poco o nada se puede hacer. Ahí se privilegia la protección de la vida.


La pregunta debe ser si el Estado colombiano está cumpliendo realmente con programas de vigilancia y protección para bloquear el actuar de los violentos sobre nuestros menores. No puede ser que aunque existen muchas leyes promulgadas, muchos códigos, muchas buenas intenciones, muchos anuncios de los entes territoriales sobre programas en su favor, en la realidad se les esté dejando al garete, y no solo expuestos a los actores armados, sino también a los distintos tipos de violencia que hasta en los propios hogares los ponen en riesgo. Esas no son las formas de homenajear a nuestra infancia.