La tasa de crecimiento económico del 2023 en Colombia tenía que ser mucho menor que la del 2022 como parte del rebote después de la pandemia. Si todo hubiese salido así, el crecimiento habría sido del orden de 2,5%, máximo 3%, como ocurrió en el resto de América Latina y en general del mundo. En correlación a ese estimativo, el crecimiento reportado por el DANE fue de 0,6%, 2 puntos menos, a causa de factores varios. Según analistas, la mayor incidencia en el bajón obedece al nivel de desconfianza que ha generado el Gobierno nacional sobre todo por las declaraciones de los más altos funcionarios del Estado que reflejan una aversión al sector privado.
Ha generado tal nivel de incertidumbre, que el efecto directo sobre la actividad económica del año pasado fue una reducción sustancial de la inversión privada, que decreció cerca del 10,5% y refleja que hay mucha menos inversión en maquinaria y equipos y en construcción. Como si fuera poco, el Gobierno no está haciendo su parte en lo que tiene que ver con inversión pública en infraestructura, en construir carreteras y ejecutar obras. Que disminuya la inversión es de los efectos más peligrosos para la economía, porque es sabido que la inversión de hoy es la capacidad productiva de mañana.
Al mirar por sectores, el fuerte decrecimiento de la construcción obedece en buena parte al parón que hubo en la vivienda de interés social por el freno del programa Mi Casa Ya, desde el Ministerio de Vivienda; además de que la desconfianza inversionista provocó que las ventas caigan, especialmente en proyectos habitacionales de estratos cinco y seis. No se puede olvidar que todavía hay secuelas que vienen desde la pandemia. Entre las más grandes para la construcción es que cayó dramáticamente la demanda de oficinas, porque mucha gente se quedó trabajando de manera remota en sus casas o redujeron los espacios laborales.
Igualmente cae el sector industrial, debido en gran medida a que la dinámica de su capacidad exportadora viene reducida y porque hay poca demanda por maquinaria y equipos. Hay que decir también que la reducción de la inflación tiene un costo en términos de demanda agregada y, por eso, le asiste razón al Gobierno en pedir que se normalicen pronto las tasas de interés. Es necesario que la demanda se vuelva a fortalecer; sin embargo, es fundamental recuperar la confianza entre el Gobierno y el sector privado y no desatar de nuevo incertidumbres como las que acaba de ocasionar el presidente con la discusión del Presupuesto General de la Nación, en el que prácticamente iba a dejar desfinanciadas las carreteras 5G, los metros y la inversión en las regiones donde él siente que no tiene apoyo político. Algo así como clavarse un cuchillo a sí mismo.
También está toda la desconfianza que Petro está generando con el sector eléctrico en el país, donde habrá menos inversión y eso avizora más complicaciones. Para remontar este momento un poco, es indispensable construir un diálogo entre los sectores público y privado, reactivar la inversión pública en las áreas de construcción y de infraestructura y, fundamental, enviar señales de buenas prácticas del manejo económico en busca de recuperar la inversión extranjera. El manual está claro, ahora lo difícil es bajarse de los pedestales y ser capaces de trabajar juntos. Por el bien del país, debería lograrse.
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