El Diccionario Panhispánico de Dudas define la palabra puente como “construcción que permite salvar por encima un río, un foso o una vía de comunicación”. Sin embargo por lo ocurrido el miércoles en Colombia este significado no se ajusta a la realidad nacional. Dos policías muertos y 15 personas heridas es el saldo del colapso del puente El Alambrado, sobre el río La Vieja, que conecta a los departamentos de Quindío y Valle del Cauca. Los uniformados llevaban insumos para la Escuela de Policía Simón Bolívar, en Tuluá, y las autoridades quindianas descartaron que se tratara de una acción terrorista.
El puente El Alambrado tiene 55 años de construido. Lo edificó la Nación en 1968 y 37 años después, en el 2005, lo entregó a la concesión Autopistas del Café para que se hiciera responsable de su mantenimiento. La Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) inició investigaciones para determinar las causas de este grave hecho, pues dice que Autopistas cumplía con los mantenimientos estipulados. El último, según la ANI, fue hace tres meses, y por tanto lo ocurrido sería una falla súbita. Los resultados que establezcan razones y responsabilidades deben tenerse lo más pronto y presentarlos al país. Los paros y bloqueos de los últimos años han demostrado que las vías al Valle son esenciales, por allí se mueve el grueso del transporte de carga del país.
Asusta el estado de muchos puentes sobre vías de Colombia. Si esto ocurrió en una estructura a cargo de la concesión vial que conecta a los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y Valle del Cauca que tiene como insumo para operar los recursos de costosos peajes en este corredor y supuestamente vigila de forma permanente su condición, qué decir de los puentes que están a cargo de la Nación, de gobernaciones, de alcaldías o de aquellos en zonas rurales a los que nadie les presta mayor atención. Medios de comunicación nacionales hablan de que en 30 años hasta el 2019 habían colapsado en Colombia unos 20 puentes.
El desplome del puente Chirajara, en la autopista al Llano, en enero del 2018 mientras lo construían, dejó nueve muertos. La constructora pagó una millonaria cifra por indemnización porque hubo fallas en el diseño. Dos años después, en agosto del 2020, otro puente, el Hisgaura en la vía Curos-Málaga en Santander, presentó fisuras y daños en el asfalto, la obra se retrasó cerca de un año mientras hacían las reparaciones. Y en Caldas, es de recordación la caída en 1995 de un puente sobre el río Purnio, en la vía Honda-La Dorada, por la vetustez de la construcción. En esa década la caída de varios puentes en el país puso en aprietos la conexión de carreteras importantes.
En Caldas preocupan puentes que han presentado problemas o están muy viejos, como el del corregimiento de Arauca (Palestina), el de La Felisa, el Olivares en Manizales, el que hay sobre el río Guarinó en la vía a Manzanares, y otros en vías de tránsito frecuente el de La Pintada (Antioquia) vía a Medellín o el de Honda (Tolima) vía a Bogotá. Estructuras por las que transitan a diario miles de personas y pesados vehículos con carga confiados en su buen estado.
Las autoridades de infraestructura vial en el país deben ser más conscientes con el tema y obligar a hacer chequeos permanentes y mantenimientos rigurosos a los encargados de los puentes. Que ante cualquier irregularidad haya acción inmediata para evitar más muertos y heridos. Un puente, como lo define el Panispánico, debe salvar, además de comunicar a las personas y apalancar la competitividad de las regiones.
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