El paisaje colombiano es indiscutiblemente un atractivo turístico y por eso cada tanto se pone este renglón de la economía como prioridad con el fin de atraer visitantes que ayuden a mover la economía en los sectores y en las regiones donde se desarrolla. Es indudable que Colombia ofrece bellezas naturales que atraen a toda clase de turistas que quieren tener una experiencia en un país que aún conserva mucho atractivo medioambiental. El Parque Nacional Natural los Nevados es tan solo un bien de la cantidad que se tienen como patrimonio ecológico y como posibilidad de desarrollo turístico.

El anuncio de apertura del Parque después de cuatro meses de cierre, luego de haberse decretado la actividad naranja del Volcán Nevado del Ruiz es una noticia importante para la región, pues no se trata solo de los turistas que asisten al Parque, sino de la cantidad de personas que han aprovechado las condiciones naturales para atraer visitantes a los alrededores, con ofertas hoteleras, de entretenimiento, de gastronomía. Muchos de ellos, pequeños empresarios que han visto en la diversificación una oportunidad para adquirir nuevos ingresos y que se dan cuenta que para lograrlo necesitan ser cuidadores de ese bien natural.

El turismo se afectó de forma real cuando se anunció la actividad naranja, porque a la decisión del cierre, obvia para proteger una posible tragedia que por fortuna no llegó, se sumó la falta de comprensión de este fenómeno y se cancelaron eventos, actividades, reservas de personas que pretendían venir a la región durante la Semana Santa y las vacaciones de mitad de año, así como eventos académicos que se aplazaron, se cancelaron o se realizaron con una asistencia mermada porque para quienes no están acostumbrados a vivir al pie de un volcán, cualquier rumor de actividad extraordinaria de este les parece que será una tragedia inminente.

Los protocolos de emergencias y de prevención se han demostrado que funcionan y si para algo sirvió esta escaramuza es para comprender que tenemos un profesional sistema geológico que ha sabido afrontar el reto, aunque hay que recordar que hace falta tener un canal de comunicación directo en el Observatorio Vulcanológico de Manizales, un enlace de medios, para que la información no tenga que ir a Bogotá y regresar. También sirvió para ver cómo se ha desarrollado el turismo en lo alto de la montaña. Y a pesar de que cada tanto aparece un atrevido a hacer daño a la naturaleza para llenar sus arcas, la mayoría de quienes están establecidos en la zona son protectores del lugar y ayudan a cuidarlo.

A esos empresarios hay que ayudarlos y brindarles apoyo en capacitación, en inversión, en créditos y, por supuesto, el Estado debería ser mucho más diligente en mantener las vías en buen estado, los sistemas de comunicación funcionando y los protocolos de evacuación y de seguridad revisados cada tanto y compartidos de manera permanente. Que estas lecciones no se olviden y que, por el contrario, nos ayuden a mejorar en cada paso que demos en el desarrollo turístico de esta zona.