Se cumplió de nuevo el ritual. Cada presidente se paró frente al atril y se dirigió al escenario que es la Asamblea de Naciones Unidas. Y, como siempre, tan solo unos pocos consiguieron la atención necesaria de los medios internacionales. Son tantas las voces y los temas, que es difícil lograr que se centre la atención en un punto específico o en un personaje. No obstante, lo que sí se vio es la coincidencia de muchos de los líderes del mundo en temas que resultan relevantes para el momento o para el futuro.
En el centro estuvieron los llamados a la salida negociada en los dos conflictos que más atención reciben por estos días en el mundo y que tienden a agravarse, el de Israel con sus vecinos Gaza y Palestina, y la invasión de Rusia a Ucrania. Sin embargo, no se vislumbran soluciones y parece que la creciente voz en favor de la paz no fructifica.
El cambio climático sigue estando en la agenda de muchos mandatarios, pero no se avanza en reducir la huella de carbono o en tomar medidas que ralenticen o reviertan los grandes efectos que está teniendo este fenómeno para el mundo, bien con sequías e incendios por un lado o con lluvias torrenciales e inundaciones, por el otro. Este fue el tema escogido por Gustavo Petro para hacer énfasis, y está bien que lo haga, pero sabemos que la incidencia de un país como Colombia es mínima. Ya habrá oportunidad en la COP24 de que se asuman posiciones que pasen a ejecutorias.
También fue un tema común el de la desigualdad en el mundo y la mala repartición de la riqueza. Sobre todo estuvo en boca de dirigentes de América Latina y el Caribe, quienes insistieron en la necesidad de que se aborde este asunto para lograr una una distribución más justa de los recursos. No obstante, esta situación se agrava en esta parte del mundo y el cambio prometido por cada gobernante no sucede, a pesar de las quejas que expresan en escenarios como la ONU, pero que les cuesta traducir en acciones concretas en sus territorios.
En la última alocución ante el pleno de la Asamblea, Joe Biden, presidente de Estados Unidos, habló de la paz, de las amenazas a la democracia e incluyó la preocupación por un desarrollo desregulado de la inteligencia artificial, destacando la necesidad de cooperación internacional para enfrentar estos desafíos. Aprovechó para recordar cómo occidente se ha unido en torno a la defensa de Ucrania, con la OTAN al frente, en claro mensaje al expresidente y candidato Donald Trump.
El llamado a respetar la Carta de las Naciones Unidas pasa por la reunión previa a la Asamblea de una setentena de líderes del mundo que están proponiendo cambios en la conformación de las Naciones Unidas, empezando por el Consejo de Seguridad, un ente que con los últimos acontecimientos está demostrando su incapacidad para solucionar los grandes problemas. La realidad de 1924 dista mucho de 1948 y la ONU requiere cambios. Que las democracias se deterioren y que poco o nada funcionen para que países como Venezuela o Nicaragua abandonen su idea totalitarista, demuestran la necesidad de ese cambio, pero este debe salir del consenso, porque de lo contrario cambiarán las formas, pero no el fondo y es en lo que sigue fallando el organismo, que ha perdido incidencia ante las realidades políticas y del mercado.
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