El triunvirato Gobierno nacional, industriales y banqueros sorprendió esta semana que culmina con una solicitud que le envió al Banco de la República para que evalúe si es posible flexibilizar la política monetaria bajando las tasas de interés y así disminuir el costo del crédito en Colombia. El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, y los presidentes de la Andi, Bruce Mac Master, y el de Asobancaria, Jonathan Malagón, se juntaron para hacer la petición al Banrepública buscando que en su Junta Directiva, que se reunirá el 29 de este mes, estudie esa alternativa que ayudaría a dinamizar la industria y a generar empleo.
Se considera una oportuna medida, teniendo en cuenta que la tendencia inflacionaria en el país se ha ido desacelerando desde marzo y llegó a 11,78% interanual en julio. La prospectiva es que la inflación termine el año en un solo dígito. Quizá se habían demorado en surtir este trámite conjunto ante el Banrepública, porque la política de incremento de las tasas llegó a su límite al ubicarse en 13,25% y se estabilizó, ahora lo que se requiere es recuperar la economía y en ello tienen que trabajar el Gobierno nacional con un inicio decidido de la ejecución de los recursos públicos que maneja y que hasta ahora ha sido muy baja, y el sector privado generando empleo y aumentando la producción.
Han sido claros los peticionarios en que no pretenden imponerle nada al Banco, que respetan su independencia en la formulación de las políticas monetarias y que están es exponiendo una necesidad para el país. La tendencia del emisor ha sido actuar bajo sus propios criterios y eso no es malo, representa la autonomía que le concede la ley, necesaria para una entidad de estas características y que se debe conservar y defender porque así ha funcionado bien. Lejos de propósitos políticos o de los de un Gobierno.
Otra cosa bien distinta es el momento que se vive y que exige aplicar medidas de choque para evitar colapsar. La demanda en Colombia se ha reducido por la caída del ingreso de los hogares para gastar y la baja en los recursos de los que disponen las empresas para ejecutar sus iniciativas y proyectos, que también afecta a los gobiernos porque hay menos dinero recaudado por concepto del pago de impuestos y tributos. La reducción de las tasas de interés permitirá empezar a atenuar estos fenómenos económicos, le dará el impulso que requieren los generadores de empleo, los ejecutores de proyectos que han estado estancados por no poder hacer cierres financieros y mejorará las finanzas familiares y personales.
El caso de Chile puede dar luces. Luego de la pandemia, igual que Colombia, tomó la medida de subir las tasas de interés para proteger su economía, pero en julio de este año al disminuir su inflación, el Banco Central chileno bajó la tasa de interés en 100 puntos base, hasta 10,25%, cuando el mercado esperaba una reducción de 0,75 puntos. La duda es qué tanto seguirá creciendo la economía de ese país como para mantener estas tasas. Esto también se aplica para Colombia. El pronóstico del Banrepública es que el crecimiento este 2023 será de menos del 1%, comparado con 7,3% del 2022. La tarea entonces queda en manos del Gobierno, empresarios y banqueros para acelerar la economía.
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