Mantener un decreto municipal, el 443 de 1999, rigiendo todavía para el espacio público en Manizales es más que insensato. La ciudad es otra, muy diferente a la de hace 25 años en sus necesidades y sus problemas. Este acto administrativo ya no se compadece con la invasión a la que llegó actualmente la ciudad en cuanto al número de vendedores informales: 2.064 en puntos focales (Centro, Galería y Avenida Santander entre Fundadores y Milán), y eso hace más urgente que la Alcaldía diseñe e implemente una política pública municipal de espacio público.
Cualquier acción que se establezca para intervenirlo, ordenarlo y recuperarlo debe partir de que es un derecho colectivo que hay que garantizar para su goce y disfrute, sin distingos. Por eso los vendedores informales no solamente deben exigir que el Plan de Desarrollo Municipal 2024-2027 armonice sus políticas con la Ley 1988 de carácter nacional, que establece los lineamientos en beneficio de este sector, deben estar también dispuestos a ceder en lo que pretende la Alcaldía, que no es quitar al vendedor y dejar el espacio público libre, sino hacer una concertación y un control para que todos los actores puedan compartirlo de manera organizada, y eso incluye actualizar el 443.
Abogamos porque eso se cumpla de la forma más expedita posible, pues hasta los propios vendedores informales se dieron cuenta de que se requiere orden para atraer compradores y visitantes y que el desorden que está imperando por la invasión del espacio es lo que los está perjudicando, como sucede en Chipre, el Centro y la avenida Santander. Seguramente la Alcaldía tendrá que establecer quiénes pueden permanecer autorizados para el ejercicio de la informalidad y en qué sitios. Con los que no, se deberá iniciar un proceso de formación para el trabajo de manera que no queden engrosando las cifras de desempleo en la ciudad.
La ruta de intervención también deberá incluir el mejoramiento de espacios físicos. Establecer de una vez si se deben construir centros para reubicar a algunos vendedores, mejorar el centro de comercio informal, peatonalizar la carrera 23. Sobre esta última iniciativa, pensamos que podría hacerse entre calles 22 y 31, de manera que se respeten y se mantengan los cruces vehiculares, necesarios para la conectividad norte-sur en la ciudad, y en las nueve cuadras ejecutar un proyecto de bulevares con el comercio formal e informal, pero organizado y estético de manera que vuelvan atractiva y turística toda esta zona.
Lo más importante es que esta Alcaldía no prolongue más la recuperación del espacio público en Manizales. Suficientes han sido las promesas de administraciones anteriores, que anunciaron poner en ejecución la política pública, pero nunca hicieron algo para empezar a resolver estos problemas y por el contrario dejaron que se incrementaran. Tendrán que intervenir varias secretarías del Municipio, pero también las instituciones, el comercio y la ciudadanía para que contribuyan con esta labor, que es de todos.