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Es bien cierto lo que dijo el ministro de Transporte, William Camargo, en Manizales durante su visita y reunión con los representantes del proyecto Aeropuerto del Café, en cuanto a que su interés no es vender simulacros, sino hablar con la verdad. Así es como deben actuar todos los involucrados, con la verdad, incluyendo el propio Gobierno nacional y el departamental, pues no hay duda de que la terminal aérea es una necesidad que tienen Caldas y el país. No se trata de un capricho. En su ejecución, todos son piezas clave y por eso, si alguna no actúa en consonancia, el proyecto seguirá frenado.
Innegable es que Aerocafé ha sufrido fuertes crisis, pero en la región nadie las oculta. Inescrupulosos en el pasado no manejaron los recursos como se debía, pero responder por esto depende de los organismos de control. Las obras están paradas no por actos corruptos, sino por incumplimientos del contratista OHLA. Por eso se pide que se actúe con diligencia para remplazarlo. El ministro Camargo hizo varias peticiones para revisar en profundidad costos de obra, proceso de construcción, gastos e inversiones para el mantenimiento, gastos operativos, esquema de operación y estructuración completa. En ello la Gobernación debe poner a sus mejores profesionales, a las personas con más experiencia y conocimiento del proyecto para brindarle al Gobierno nacional la claridad que quiere ver y escuchar. No estamos para improvisar.
Ahora que la ya exgerente de Aerocafé, Amparo Sánchez, renunció a su cargo, el gobernador, Luis Carlos Velásquez, y la Junta Directiva deben pensar en que su remplazo reúna todas las cualidades que exige el momento que vive el proyecto. Esto es, contar con una probada preparación y habilidades ejecutivas y técnicas en iniciativas como esta, de manera que permita en un tiempo no muy prolongado entregar la información que está solicitando el Gobierno nacional, y si se encuentra que hay algo que se debe cambiar, tener toda la sensatez de modificarlo.
También la Nación debe mostrar su voluntad y cumplir con compromisos económicos pactados desde anteriores gobiernos con esta iniciativa. Los involucrados en este proyecto tienen que tener en cuenta que el tiempo apremia, la Contraloría General de la República elevó una advertencia para construir la obra en cinco años, de lo contrario se incurriría en un detrimento patrimonial, siendo la Nación la primera perjudicada. El Gobierno nacional debe entender que esta región se merece un aeropuerto digno, que le permita resolver los graves problemas de comunicación aérea que afectan la competitividad en todos sus ámbitos, y no tomar decisiones solamente justificadas por lo que les han contado detractores del proyecto.


También es cumplirles a los habitantes de Palestina, que han soportado todos los vaivenes de Aerocafé y que hoy ven menguada su dinámica económica y social por la suspensión de las obras. Es un municipio golpeado, incluso en su moral, y la responsabilidad les cabe a todos los gobiernos, desde la Alcaldía, pasando por la Gobernación y la Presidencia. Las críticas siempre serán positivas, desde que sirvan para mejorar, pero no como excusa para dilatar un proyecto que los caldenses llevamos por lo menos 20 años esperándolo porque lo necesitamos.