El anuncio de envío de tanques de guerra estadounidenses y alemanes para ayudar a Ucrania en la guerra por la defensa de su soberanía ante la invasión rusa, que se acerca a un año, así como la dura respuesta del líder del Kremlin, Vladimir Putin, lleva a que se abra un nuevo capítulo en este conflicto, cuyos efectos han perjudicado gravemente la economía del mundo entero y que nos mantienen a todos en vilo ante los innegables riesgos de que las amenazas del presidente ruso se cumplan.
Es indiscutible que si el ejército ucraniano ha podido avanzar en el oriente de ese país, reconquistando áreas en manos rusas, pese a no contar con esa herramienta bélica en buena cantidad, con el apoyo de los tanques sería posible arrinconar al ejército de Putin y expulsarlo del territorio. De hecho, los Leopard 2 son máquinas alemanas de gran poderío que podrían marcar la diferencia en las actuales circunstancias. Los tanques Abrams estadounidenses también llegarán próximamente.
Para los alemanes no ha sido fácil dar este paso, por diversas circunstancias: Hay resistencia de los alemanes a que su país, que tan amargas experiencias vivió durante las dos primeras guerras mundiales, se involucre y de manera tan directa en un nuevo conflicto en la región; también hay muchos habitantes de ese país con cercanías ideológicas e históricas con Rusia que observan con dudas lo que está ocurriendo, y entre muchos alemanes hay un peso de conciencia acerca de que muchos rusos fueron víctimas suyas durante las dos pasadas guerras, y no quisieran repetir esa historia. Lo cierto es que el anuncio alemán también desbloquea la posibilidad de que otros países europeos hagan lo mismo.
El anuncio, sin duda, también busca un efecto disuasivo frente a Rusia, tomando en cuenta que los tanques solo podrían llegar en marzo y abril próximos, y lo mejor sería que el líder invasor tome, por fin, la decisión sensata de retirarse antes de que las cosas empeoren para él y su país. El hecho de que la determinación alemana de ponerse al frente, siendo la principal economía de la Unión Europea, y que esté secundada por los Estados Unidos, parece orientarse a que Ucrania reciba un acompañamiento más fuerte y a que la posibilidad de su ingreso a la Otan se vea más cerca, lo cual podría inclinar de manera definitiva la balanza en contra de Putin.
Ahora bien, también está el riesgo de que, al sentirse encerrado y perdido, el líder ruso termine ejecutando una locura que nos ponga a todos en peligro. No pueden ignorarse sus amenazas de lanzar una guerra nuclear y su reciente afirmación acerca de que él considera que este paso constituye una participación directa de las potencias occidentales en el conflicto y que habrá respuestas desde su régimen.
En medio de este conflicto, el presidente colombiano, Gustavo Petro, se ha manifestado en contra de apoyar a los estadounidenses en esa determinación, y por el contrario recibió un mensaje de agradecimiento desde Rusia. No obstante, el mandatario debería revisar muy bien las consecuencias de su actitud, pues el aliado histórico de Colombia es Estados Unidos, con quien se comparten toda clase de intereses y hasta afinidades ideológicas en estos momentos. Sin olvidar que la agresión con la invasión es rusa, y ante eso no se puede ser neutral.
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