Parece que no importa la ideología ni quien gobierne, pero la actividad cultural en Manizales es, desde hace rato, asunto de menudencia política y de cicatería presupuestal. Arrancó el cuarto mes del año y la Biblioteca Pública Municipal estuvo cerrada por falta de contratos, aún no se habilitan las casas de la cultura en toda su extensión y el Instituto de Cultura y Turismo de Manizales (ICTM) prefiere aplicar la táctica del avestruz, esconder la cabeza, no responder por la falta de una dinámica que no dependa de la buena voluntad de los contratantes.
Meses atrás, el alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín, sacaba pecho en una reunión con el presidente, Gustavo Petro, y decía que estábamos preparados para ser la ciudad cerebro de Colombia, idea que lanzó sin mayores explicaciones el mandatario nacional hace un tiempo aquí, pero que nadie tiene muy claro de qué se trataría. No obstante, lo que sí es claro, es que sin una política cultural de impacto y sin unos funcionarios que le den la importancia que se merece a la actividad cultural, empezando por la bibliotecas, bastante difícil será lograr ese propósito. Las bibliotecas son espacios de reafirmación del talante de una ciudad. En el mundo se visitan como un museo más.
Aquí han convertido en mendicantes a los gestores culturales. Muchos han tenido incluso que acudir a la vía judicial para intentar recuperar lo que el ICTM les debe de administraciones pasadas, y esto ha sucedido con la complacencia de organismos de control y del Concejo municipal que no entiende la importancia para una ciudad y para el turismo, del que tanto se habla por aquí, de contar con actividad cultural de calidad y en permanente oferta. Hasta el Festival de Teatro o la Sinfónica, un prodigio para una localidad de nuestro tamaño, deben saltar matones para poder cumplir con su actividad.
La falta de contratos para que las casas de la Cultura y la Biblioteca Pública municipal operen sin contratiempos es apenas la muestra de la falta de rigor incluso en la forma en la que se selecciona el personal que debe estar al frente de las entidades y se suma que los músicos de la Banda Municipal también están sin pagos y sin contratos. A veces, muchas de estas personas lo hacen con un amor infinito por servir a la comunidad y orientarla, pero también otros son apenas unos recomendados políticos a los que se tiene que ubicar en algún lado para poder cumplir con la transacción clientelista.
Las casas de la Cultura y las bibliotecas son espacios para todos, pero con más oportunidad para los jóvenes, que encuentren allí dónde potenciar sus habilidades y aprovechar el tiempo libre, razón de mayor peso para mejorar la oferta y la atención. Es lamentable que después de tres años y tres meses de esta Administración no se aprendió siquiera a mejorar los tiempos para la contratación de este tipo. Buena parte del problema pasa porque los recursos de la Secretaría de Desarrollo Social no se desembolsan a tiempo para firmar el convenio que ejecuta el ICTM, es decir, todo mal con los propios entes de la Alcaldía. Es una lástima, porque es no comprender que ser servidor público implica aprender en los procesos, aquí parece que se desaprende año a año.
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