La reunión del lunes en la Casa de Nariño entre el presidente, Gustavo Petro, y los directores de los partidos de la U, Liberal y Conservador, sin la presencia de la ministra Carolina Corcho, demostró que es posible el diálogo para llegar a consensos y también que se hace necesario que se escuchen las voces que invitan a la sensatez en este asunto. Porque hay que partir del presupuesto de que el sistema de salud necesita ajustes y mejoras y, al tiempo, de que hay cosas que funcionan y no se pueden tumbar de un plumazo, amparados en reformar por reformar lo que existe.
Resulta muy diciente que el Gobierno busque acercar a quienes han mostrado reparos al articulado original en el proyecto de ley de reforma a la salud que llegó al Congreso y que esto se haga sin la ministra del ramo. Es algo casi inédito en la historia política reciente del país. La figura de la jefe de esta cartera se ha convertido en un símbolo de la confrontación, de la falta de escucha y, por el contrario, de imponer a como dé lugar su punto de vista, aún a costa de forzar la razón como ya lo había hecho en el pasado, cuando se encontraba entre líderes de las protestas del 2021. Algunos piensan que su exclusión de la reunión fue una falta de respaldo del presidente a su colaboradora, a quien antes no dudaba en mostrar como la mano más cercana para su proyecto, como cuando se anunció la salida del ministro de Educación, Alejandro Gaviria.
No hay que hilar tan delgado. Lo que se presentó el lunes fue simplemente una decisión de Gobierno. A sabiendas de las prevenciones que tienen ya varios congresistas y gremios frente a la tozudez de la ministra Corcho, el presidente, que es un viejo zorro de la política, optó por una decisión práctica, que permitiera desatrancar la reforma, porque sabe que los votos de sus aliados son necesarios si quiere obtener un resultado positivo en el Congreso. Por este motivo, mientras ella usaba la red social Twitter para decir que si el proyecto no pasaba como lo presentó el Gobierno podría ser retirado, en las dependencias de su jefe este se comprometía a reformar algunas cosas como el modelo mixto, que haya EPS públicas y también privadas.
Para los colombianos, lo importante es que sea cual sea el proyecto finalmente aprobado se garantice la prestación del servicio, se mejoren asuntos como la asignación de citas a tiempo y el suministro de medicamentos sin problemas. Para las IPS, que les paguen a tiempo para que tengan el flujo de caja necesario para poder funcionar con tranquilidad y que se garantice la atención en todas partes del país, algo que la reforma intenta subsanar, así como mantener el sistema solidario que permite que todos podamos beneficiarnos de él en el momento que se necesite. Es posible una reforma que mejore lo que hoy tenemos, pero para ello es clave avanzar desde lo que ya se tiene, no desde el borrón y cuenta nueva que se imagina la señora ministra. Excelente que se escuche a los sectores políticos, pero se tiene que tener la misma apertura para entender la oposición de algunos gremios de la salud a temas concretos, todos esos elementos serán los que permitan una mejor reforma que beneficie a todos.