El dolor de patria que tienen la mayoría de venezolanos al ver truncadas sus ilusiones de volver a vivir en un país democrático, es suficiente motivo para mantener viva la situación de Venezuela tras los dudosos resultados electorales del domingo. El mundo se debe convertir en veedor de lo que allí sucedió y está ocurriendo, exigir que se aclare con pruebas qué pasó en las urnas y quién entonces es el próximo presidente: Nicolás Maduro por tercera vez para seguir bajo el yugo de un régimen hasta el 2031 o Edmundo González, que para la mayoría es indiscutible triunfador con María Corina Machado como líder.
No se puede dejar sola a una nación que ha soportado ya 25 años de la dictadura Chávez-Maduro y en medio de la vulneración de los derechos humanos. Hay que parar la escalada de violencia; ya se han reportado unos 12 muertos, decenas de heridos y centenares de detenidos en las protestas contra el fraude de Maduro, que teniendo cuatro de los seis poderes que existen en Venezuela bajo su control y a su servicio, entre ellos el Consejo Nacional Electoral (CNE), informó de unos resultados que nadie cree y tienen al mundo en vilo.
Que el CNE haya informado a media noche la reelección de Maduro sin haber reportado antes un solo boletín, que no haya entregado el 100% de las actas de votación y que se niegue al reconteo de votos impide considerar que sea un triunfo que representa la voluntad popular. Más bien es una violación a la soberanía popular y a las normas, no hay por ahora argumentos sólidos que le permitan al régimen demostrar cómo fue que ganó de nuevo. Sin embargo, cada día que pasa se hace más difícil dilucidar esta elección y le permite a Maduro y a su gente mover los hilos a su favor.
Todo esto ha ido develando cómo se están moviendo las fuerzas en el mundo. Mientras hay un Maduro con Rusia, China, Irán, Cuba, Nicaragua, Bolivia como socios; al menos 17 países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) firmaron una resolución en contra del régimen para pedirle claridades, pero no fue suficiente y se cayó esta solicitud. Que Colombia se haya abstenido de hacerlo sienta un mal precedente porque horas antes el presidente Petro se había pronunciado exigiendo transparencia en Venezuela. Este manejo dual de las relaciones internacionales ha llevado a considerar que fue una medida dilatoria para expedir el comunicado conjunto entre Colombia, Brasil y México en el que se hace un llamado a resolver las controversias por vía institucional y a las autoridades electorales venezolanas para que avancen y den a conocer públicamente datos desglosados por mesa de votación.
Sigue sin haber confianza en que toda esta presión internacional, incluyendo la de Estados Unidos, logre que el régimen acoja los llamados. Más bien se ve venir para Venezuela el asedio violento sobre quienes se están manifestando en contra, porque Maduro todavía tiene al Ejército y a la Guardia Nacional de su lado. Sus más cercanos deberían insistirle en parar el derramamiento de sangre y la violación de derechos humanos. El cansancio y el hastío pueden llevar a muchos venezolanos a sacrificar su vida para que las cosas cambien y eso sería lo peor.