Catalina Gutiérrez

Fotos | Cortesía | LA PATRIA

Catalina Gutiérrez Zuluaga, la médica manizaleña que le daría nombre a una ley colombiana. Falleció a los 26 años, el 17 de julio de este año, revelando una serie de presuntas presiones.

Marino Gutiérrez Vélez, papá de Catalina, sigue en duelo, aunque cree que la muerte de su hija no fue en vano.

Esta médica de la Universidad Javeriana se quitó la vida, acto que desató una reflexión en torno a las posibles presiones a las que se someten los residentes de especialidades médicas en general, y ella en particular, que cursaba cirugía.

"Con su muerte, dio a conocer esta situación. Ya no está con nosotros y está dejando huella", dijo Marino, cuando se le entrevistó sobre el proyecto Doctora Catalina, que hace carrera en el Congreso de la República y que busca convertirse en ley.

Él, que es abogado especialista en derecho administrativo y penal, celebró la iniciativa de los representantes Álvaro Leonel Rueda Caballero (Santander) y de Héctor David Chaparro (Boyacá), con la que intentan mejorar las condiciones laborales de los residentes médicos en el país.

En la exposición de motivos del proyecto se lee: "...prevenir el maltrato y el acoso en el ámbito de la práctica formativa, establecer canales efectivos de denuncia y seguimiento para casos de acoso e implementar un programa integral de salud mental para los residentes...".

Marino no está de acuerdo con que se relacione la decisión fatal de la doctora Catalina, con que ella hubiese tenido alguna afectación en su salud mental. El profesional dijo que la de ella fue una determinación en un momento de desesperanza profunda.

 

La alumna destacada

Catalina falleció dentro de su apartamento en Bogotá, donde se refugiaba tras los extensos turnos que le correspondían. Su sueño siempre fue ingresar a esa institución de educación superior, a la que llegó tras graduarse con honores del Colegio Granadino (Manizales) en el 2016.

LA PATRIA conoció que ella obtuvo el segundo mejor puntaje del colegio para las pruebas del Icfes de ese periodo; también que se presentó en tres instituciones universitarias de la capital del país y que en todas pasó.

"Era una estudiante dedicada, consagrada y excelente en todo. Era una persona muy perfeccionista. En el pregrado fue una de las mejores, inclusive -después de este- recibió una distinción de la universidad por su buen rendimiento académico", resaltó Marino con orgullo.

Agregó que, como familia (el núcleo lo completan María Zuluaga, la mamá; y Juanita, la hermana) sintieron plena a Catalina cuando ingresó a la residencia, que era su máximo sueño.

 

De la alegría a la desesperanza

Toda esa felicidad, contó el padre, se vio empañada: "Nos comentó de una situación que tuvo con una jefe de cirugía. En un turno extenso, diagnosticó a una paciente y la envió a cirugía por peritonitis (inflamación de la membrana que reviste la pared abdominal). Cuando Catalina ya iba para su casa, la llamó la jefe y la trató supermal, le dijo bruta. A lo que ella respondió que solo estaba aplicando los protocolos. La paciente se salvó".

"Tengo que hacer una salvedad, en honor a la verdad y a lo que ella más amó y adoró que fue la Universidad Javeriana: Tenía profesores que la adoraban, la animaban, la impulsaban, pero tropezó con estas dos personas que le dieron muy malos tratos. ¡Han traído tristeza a nuestra familia!", subrayó Marino.

El padre contó otra situación que cree pesó en el bienestar de su hija. En mayo ella salió a vacaciones y se programó un viaje a Barcelona (España) para visitar a Juanita, que se encontraba estudiando en ese país.

"Ella llegó y, a la semana siguiente, le fijaron tres turnos de 24 horas; tres turnos que realmente no eran de 24 horas, que se iban a 28 o 29 horas, donde no tenía tiempo ni de comer", eso ella, según Marino, lo presintió.

"Catalina, antes de irse, nos decía: ...yo sé que estas señoras me van a cobrar el hecho de haber sacado las vacaciones y me lo van a cobrar con sangre", agregó Marino recordando una visita que le hicieron en Bogotá, de diez días, en los que casi ni la vieron.

El camino de la normativa

José Norman Salazar, director del Centro Nacional de Derecho Médico, habló de este proyecto que modificaría la Ley 1917 del 2018: "Lo que se quiere ahora es avanzar un poquito más en las garantías que tienen los estudiantes de posgrado".

Añadió: "Primero, establecer un horario, en el sentido de que no pueden pasar de turnos de más de 12 horas. Es que hay residentes que los tienen hasta de 24 horas; hay especializaciones en que son de semanas, sea presentes o de disponibilidad".

El médico y abogado resaltó que se buscan también unos límites de turnos en la semana para evitar la sobrecarga laboral; así se protegería también la salud mental.

El proyecto en mención va para la "Comisión Séptima de la Cámara, lo tiene que aprobar en comisión. Luego pasa a la plenaria de la Cámara. Muy seguramente, el año entrante, si avanza en estos 120 días que le falta de deliberación al Congreso de la República, tiene que cursar en la Comisión Séptima del Senado y en la plenaria del Senado".

La desventaja del proyecto, según Salazar, es que -si se materializa-, cada vez va a ser más difícil que los hospitales del país adecuen plazas para que los especialistas realicen sus prácticas.

"El exceso de requisitos hace que sea contraproducente tener este recurso humano en formación en las clínicas y hospitales. Estamos llenos de tantas leyes, pero no todo se arregla con ellas. Esto es de voluntades".

 

Del proyecto a la acción

La psicóloga Fanny Bernal, adscrita a la Universidad de Manizales, se pronunció acerca de la intencionalidad de las partes, de lo que les toca a los docentes del área; advirtiendo que, como profesional, es muy distinto tener una amplia capacitación en una materia, a tener inteligencia emocional dentro del aula.

Para ella, la empatía, la asertividad, la compasión y la humanización deben ser parte fundamental de enseñar a otros, más "en una escuela de medicina", donde se forman seres humanos, que van a trabajar con el dolor de las personas.

"A la par de haber unos horarios para el trabajo y la investigación, para la docencia, tendría que haber para hacer prevención y promoción en salud mental", sugirió Bernal, que es experta en duelo.

Así, según la psicóloga, se evitaría síndromes como el de Burnout, que hace referencia al desgaste profesional de los trabajadores (incluidos los del área de la salud); o al de fatiga por compasión, que se caracteriza por el desarrollo de miedo y culpa por no poder contribuir en salvar la vida de los pacientes.

"Una cosa es que vaya a estar la ley y, otra, la actitud que tengan para ver -como seres humanos- a los futuros profesionales. Hay que trabajarles la autoestima y la dignidad, pero eso lo da un profesor que también sienta todos estos asuntos desde muy dentro de sí. No solo basta con la formación en el área en que se desarrolla", concluyó la experta.

 

Catalina

Familiares y amigos de Catalina Gutiérrez recuerdan la alegría con la que afrontaba sus retos profesionales. Aquí en el XXIX Congreso Colombiano de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. Este se efectuó en el 2022 en Bucaramanga (Santander).

 


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