Foto | Tomada de pxhere.com | LA PATRIA Los gatos viven entre 13 y 17 años.
LA PATRIA | MANIZALES
A sus 10 años, Juan David Corredor Muñoz siente un vacío que no sabe cómo llenar. Ese agujero surgió producto de la inesperada pérdida de Gio, su gato de 2 años. Al recordarlo, la tristeza regresa y lo hace llorar.
"Era gris con rayas. Mi hermana me mostró una foto, lo adoptamos, le dimos tetero, luego creció. Se subía al sofá, me pisaba... siento como que me falta algo. Al principio fue llorar, llorar, llorar, todos los días y por las noches, muchas veces".
Andrea Muñoz, madre de Juan, dice que Gio tenía un mes cuando llegó a la vida de su hijo y que antes del cumpleaños de Juan (31 de mayo), el gato enfermó. "Era su mascota y nosotros hicimos todo lo posible para que pudiera vivir. 20 días después lo llevamos a la veterinaria, le hicieron todo tipo de exámenes y él estaba pendiente de Gio, lo visitamos, pero esperamos siempre lo mejor".
Añade que el veterinario les dijo que el animal tenía una masa en el mesentérico (ganglio) y que debía ser operado. Empezaron a recoger la plata para la cirugía ―al narrarlo, la tristeza invade a la madre, quien llora al evocar que su hijo le dijo a la doctora que vendería su Play Station para que operara su gato porque para él eso era más importante―.
"Operamos a Gio con la plena convicción de que iba a vivir. Nos escribieron, nos dijeron que estaba bien, que le había ido bien en la cirugía, que tenía la presión baja, pero que iba bien. A las dos horas nos llamaron otra vez y nos dijeron que había sufrido un paro cardiorrespiratorio y que había fallecido. No sabía cómo decirle a mi hijo, mi esposo no estaba en ese momento, empecé a llorar y cuando me vio se dio cuenta de lo que había pasado".
Cuenta Andrea que en estos momentos Juan David va al psicólogo "porque llegó a decir que la vida ya no le importaba y que era injusto que Gio hubiera muerto". Incluso ahora tiene un nuevo gato, Maximiliano. "No le ha llenado el vacío porque sigue sufriendo y no hemos podido enfrentar ese duelo", dice Andrea.
Maximiliano tiene dos meses y para Juan David él es la reencarnación de Gio, "pero mucho más intenso", cuenta el niño.
Hacer el duelo
El psicólogo Juan Carlos Salazar Jiménez explica que cuando una mascota fallece, sea la edad que sea, el vínculo emocional es muy alto y por ello no se puede reemplazar un animal con otro porque emocionalmente no es lo mismo.
"Es un ser querido al que le hemos dado demasiada importancia. Hay crisis, depresión, tristeza, llanto, ansiedad, aburrimiento y soledad porque 'me dieron la mascota para que no estuviera solo, pero ya no está y mis papás no hacen lo que ella hacía'. Por eso, cuando muere una mascota hay que hacer el duelo, que puede demorar días o meses y ahí es donde papá y mamá tienen que aprender a reconciliar y tomarse el tiempo que la mascota se tomaba con el niño".
Añade que una tarea de los papás cuando fallece una mascota es apropiarse del concepto de soledad de hijo y no reemplazar una mascota con otra mascota tan rápido, sino darle tiempo para él entienda que en la vida hay ausencias y que la mascota es un ser viviente que viene a acompañarnos en ciertos momentos.
"Hacerle duelo a la mascota es igual que con los seres humanos. Es decir, cuando muere un ser querido hacemos un pequeño altar e igual hay que hacerlo con la mascota y hacerle entender que no vuelve, que ese es el ciclo de la vida y la muerte. Asimismo, hay que dejarlo llorar y que esté aburrido".
Datos
En la página web de National Geographic, de acuerdo con PetMD, un sitio en línea con autoridad para lo relacionado con la salud de las mascotas, los gatos viven entre 13 y 17 años. Sin embargo, factores como la atención sanitaria, la dieta y el entorno tiene un rol fundamental. En uno de los mejores casos, los gatos bien cuidados pueden vivir hasta 20 años.
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