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Alcanzar la belleza es todo un arte en el cultivo de orquídeas. Las mejores van a ferias y exposiciones como la que se realiza en Manizales anualmente.
José Wilmar Jaramillo*
LA PATRIA|MANIZALES
Cada año, Manizales es sede de la Exposición Nacional de Orquídeas, que en este 2024 volvió a celebrarse, en su edición 18, en el Recinto del Pensamiento. Para los admiradores de este tipo de flores se convierte en un deleite asistir, como una catarsis frente a la dificultad que les representa cultivarlas.
Cuatro representantes de diferentes asociaciones de orquideología que asistieron al evento hablan de este cultivo.
Rosario Astaiza, presidenta de la Asociación Payanesa de Orquideología, relata su gusto por las orquídeas desde muy joven, cuando se encontró una planta silvestre (epidendrum) en Piendamó (Cauca). Puntualiza que la sembró conforme la encontró: “Es muy importante conocer de dónde vienen, para saber cómo las siembra”.
Sabe de personas que tienen, por ejemplo, catleyas sembradas en tierra, que no es su medio; aunque destaca que todavía no está escrito cómo cultivarlas. Lo máximo que ha pagado por una orquídea son veinticinco mil pesos a raíz desnuda, porque ya sembradas son muy costosas. Algunas veces hace trueque con otros cultivadores.
Valor diferencial
David Manzur Macías, miembro de la Asociación Quindiana de Orquideología, cree que no deja de ser un mito el concepto de que cultivar orquídeas es muy difícil. “Tienen sus requerimientos y exigencias, como cualquier otro tipo de cultivo”. Afirma que cultivar una orquídea a partir de la siembra de una semilla hasta que florece tiene un costo muy alto y eso justifica el precio final al comprador.
Juan Manuel Palacio es vicepresidente de la Asociación Caldense de Orquideología y cree que hay desconocimiento del tema. “A nivel mundial son 27.000 especies de orquídeas con cuidados diferentes. Las hay para clima frío, medio o caliente. Si las sacas de su medio, se van a morir. Las hay en los páramos, en las rocas, en los árboles, en los barrancos, etc. Es un mundo muy variado, y el error radica en que se traten igual”.
Palacio agrega que los costos dependen de la cantidad de plantas y el montaje que se tenga. "Adicionalmente la fertilización, los tratamientos por enfermedades y los agroquímicos tienen un costo elevado. Si una planta te vale barata es porque esa planta que viene de la calle no le ha costado al cultivador mucho más allá de sacarla del monte y amarrarla a un tronco”.
Habla de apoyar la reproducción in vitro practicada en laboratorios sustentables. Recomienda resembrar las plantas a partir de los cuatro años -ese es más o menos el tiempo límite de un sustrato-, después se empieza a descomponer y a almacenar microorganismos que no son buenos para la planta. Lo máximo que ha pagado por una planta es alrededor de quinientos mil pesos.
* Arquitecto.
4 puntos para cultivarlas
Juan Esteban Arango cultiva orquídeas hace unos 25 años. Es miembro de la Asociación Bogotana y Colombia Exótica de Medellín. El precio más alto que ha pagado por una orquídea es de más o menos un millón de pesos. Habla de cuatro aspectos que se deben tener en cuenta para cultivar orquídeas.
1. Paciencia
Una orquídea normalmente florece una vez al año, y tiene un mes de floración en promedio, o quizás menos -hay plantas cuya floración dura media hora-, el resto del año permanecen creciendo, alimentándose o haciendo fotosíntesis; porque es su naturaleza.
2. Costo
“Hablamos que entre semilla a planta adulta florecida por primera vez, han pasado por lo menos de cinco a ocho años al cuidado de un cultivador”. Se pregunta: ¿no es justificable que se cobre un precio razonable por ella?
3. Clima
“Es importante preguntar de qué clima es la orquídea, para saber si se puede cultivar donde habitamos, y de no ser así, adaptarles un espacio”. Cita como ejemplo las miltoniopsis vexillaria o popularmente llamadas josefinas, aptas para plantar en Manizales. “Pero si quiero la catleya, planta de clima cálido, la solución es tenerla bajo cubierta y con abundante sol. Crearle un microclima”.
4. Abono
“La gente cree que con echarle agua es suficiente y no: las orquídeas necesitan abono. Los componentes del abono son: nitrógeno (N), fósforo (P), y potasio (K). Para desarrollo se requiere un alto porcentaje de nitrógeno. La florescencia un porcentaje más alto en fósforo y en potasio que en nitrógeno”.
Aconseja las tres primeras semanas del mes aplicar desarrollo (alto en nitrógeno) -un gramo, que corresponde a una cuchara tintera, por litro de agua- y después de haber regado la planta con agua. A la cuarta semana usar floración (bajo en nitrógeno) con eso se tiene un plan completo al mes. La clave es la continuidad, recalca.
Los abonos orgánicos descomponen más rápido los medios de siembra, lo que implica tener que resembrar más a menudo las plantas.
Los monteros o materos, bueno o malo
Rosario Astaiza se refiere al montero o matero como aquel que saca plantas nativas o endémicas de su hábitat natural, para venderlas mucho más baratas, lo que está prohibido.
Para Juan Esteban Arango los monteros recolectan ejemplares de su medio natural para cultivarlas, dejando el resto para reproducción. Lo importante es que están preservándolas de la extinción porque: “Cuando se construye una vía en la selva arrasan con todo el bosque”.
David Manzur tiene sus reservas. No justifica que vayan exfoliando los bosques, que son su hábitat natural, pero recuerda que en algunos casos las fronteras agrícolas, ganaderas y las construcciones van desplazando también de su hábitat no solo a las orquídeas, sino también a los animales y los árboles. Aboga por un control más severo en los sitios de distribución geográfica de las especies nativas o endémicas.
Juan Manuel Palacio se pregunta: “¿Si no es porque el matero trae las plantas del bosque, cómo consigues esas especies? es una relación de amor y odios porque, aunque se sabe que está mal hecho, se incurre en esa ilegalidad. Es buscar las plantas por otro lado”.
Un montero que accedió a dar su concepto, pidiendo reservar su identidad, aclara que no están vetados de las exposiciones y no son depredadores del medio ambiente. Siempre tratan de conservar dejando semillas en los bosques. Además, llevan a sus sitios de cultivo semillas para reproducirlas, precisamente para conservar especies que están en peligro de extinción producto del avance tecnológico. Dice que sus principales clientes son los orquideólogos.
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