Fotos | Leonidas Guerrero | LA PATRIA
Cumbias, pasodobles, porros y otros amenizaron las faenas.
LA PATRIA | Riosucio
Con fe y alegría terminaron el viernes las fiestas a la Virgen de la Candelaria o 'Canducha', como cariñosamente le dicen los riosuceños a esta advocación de María. En la parte religiosa, el rosario de aurora, las procesiones y las eucaristías contaron con la devoción de los fieles.
En la parte lúdica, cultural y de tradición, propios y visitantes se dejaron tentar por la variedad de actividades, que hicieron saltar corazones.
La festividad religiosa es el 2 de febrero, día en el que la Iglesia católica recuerda la presentación de Jesús en el Templo, pero en Riosucio desde el día anterior se da libertad a la creatividad, a las risas y los abrazos, a la energía espiritual y más para hacer especial esta celebración.
A eso de la 1:00 p.m. del viernes, se brindó sopa de maromero, que da muchas calorías, para tomar guarapo de caña, bailar y torear.
Después se hizo el paseíllo, con una cabalgata de niños, toreros, barras, matachines del Carnaval y cuanto 'pegao' resultó, para meterse a la montonera.
La banda musical amenizó el recorrido mientras sonaba la pólvora, que en Riosucio se utiliza hasta para animar una pelea.
Terminado el paseíllo, llegó la corraleja de niños, quienes torearon las vacas locas que ellos mismos cargaron durante el recorrido.
Seguidamente se les dio paso a los juegos tradicionales, como la carrera de encostalados y otros, que pusieron a gozar al público.
Entre tanto, se fueron sembrando varios castillos de pólvora, a base de guaduas, madera y papel, para que alumbraran el lugar luego de la eucaristía.
También, en un rinconcito del parque de La Candelaria, se ofreció degustación de guarapo y otras bebidas, para que anestesiados se animaran a torear en la noche.
Y finalmente, tras la parte religiosa, llegó la alegría con las vacas locas y juegos pirotécnicos.
Una por una, 30 fueron soltadas y pasaron por todos lados, embistiendo con sus cuernos de candela al descuidado o al que se animara a torearlas con poncho, sombrero y hasta con cobija en mano.
Entre risas, gestos de todo tipo, bulla, fotos y videos terminó la programación de las fiestas.
La fe y el anhelo por un año más de vida siguen firmes en los riosuceños, que disfrutaron de una sana locura, a base de alegría y tradición.