Foto | Cortesía | LA PATRIA
La obra fue lanzada el 7 de junio y tiene un costo de $57 mil por librerías online.
LA PATRIA | Manizales
Engaño, mecanización de la pobreza y patriotismo son temas presentes en Las medidas del engaño, la primera novela de Yefferson Ospina Bedoya, distribuida por Random House.
Él fue periodista del periódico El País de Cali durante 10 años y a través de su obra presenta a Emiliano, un periodista frustrado que regresa a su pueblo natal, Aguadas (Caldas), para revivir recuerdos de su infancia ligados al conflicto armado.
En diálogo con LA PATRIA, el escritor profundizó sobre el proceso creativo de su obra.
Inspiración personal
La novela surge de una crisis en la forma actual en que se hace periodismo. A partir de esto, pienso como el periodista que está inspirado en mí mismo, pero no soy yo, vuelve a reconectarse con su juventud en un contexto de coyuntura social. Todo está inspirado en hechos reales. Hay aspectos de ficción para retratar mejor la narrativa.
Reflexión sobre el conflicto
Quiero visibilizar lo que significó el conflicto armado para cierta generación. Crecí en los 90. Eso traduce que viví parte de mi adolescencia en los 2000. En ese tiempo se vivió la llamada época de la Seguridad Democrática, una lucha contra las guerrillas que se salió de control.
Guerra como eje del problema
Recuerdo que en ese tiempo en Aguadas a los chicos los paraba el Ejército y les preguntaban "¿tiene libreta militar?, ¿no?" y se los llevaban al Batallón. No había discusión. Eran chicos y se iban a la carnicería de la guerra. Reflexiono porque para esta generación no había otra opción más que las armas.
Postconflicto
Ahora Aguadas está llena de aguacateras. La gente tiene mayor capacidad económica, pero antes no. Tuve amigos que fueron asesinados, que perdieron sus extremidades, o que cayeron en la limpieza social. Para que Aguadas sea lo que es ahora, esta generación tuvo que pagar un precio alto por esa calma.
Cambio de planes
La historia iba a tener toques más existenciales sobre un periodista perdido en una ciudad, pero por un trabajo que me resultó en Aguadas volví después de 10 años y me encontré con un escenario distinto al que dejé. Ahí supe que la novela no tenía que ser sobre un periodista en una ciudad, sino de un periodista que vuelve a su pueblo y encuentra una transformación económica y social.
Alienación
En mi niñez daban una serie que se llamaba Hombres de honor y tenía tanto impacto en nosotros que salíamos a jugar fútbol y después queríamos ser militares. Eran como nuestros héroes y justamente el programa lo daban mientras ocurría el conflicto armado. Sería un instrumento propagandístico para llevar chicos a la guerra. Luego, la gente se dio cuenta que no era tan bueno como se veía.
Sin alternativas
La guerra estaba tan arraigada que solo había dos opciones: dedicarte a recoger café o ser militar. La primera no era una opción tan agradable, por lo cual preferían hacer una carrera en el Ejército. Algunos de mis amigos lograron una carrera importante, otros sufrieron en el proceso.
Desigualdad de clases
Los que ponen los muertos son las clases medias bajas. En esta novela quise darle la voz a los que están en la primera línea de la guerra. Por lo general, en la literatura estas historias son contadas por las clases medias altas. La guerra es desigual. La actualidad de Aguadas es la muestra que sin la guerra se pierde mucho menos.
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