La almohada usada por el sicario para silenciar.

La almohada usada por el sicario para silenciar.

 

Si algo queda claro durante el juicio que se lleva contra los hermanos Ojón y Carecortada, más alias Gilberto, señalados como partícipes de la masacre del jueves 5 de abril del 2018 en la vereda La Garrucha (sector Fonditos), de Manizales, es que todo se trató de un ajuste de cuentas por microtráfico y de lucha por dominio de territorio. Ese día mataron a cuatro personas, hecho que generó temor en la capital caldense.

Así lo manifestaron los testigos que presentó la fiscal de la Dirección Especializada Contra Grupos Ilegales, encargada del proceso ante un juzgado penal del circuito de Manizales. Por el estrado virtual pasaron uniformados de Policía y funcionarios del CTI que participaron en las labores de investigación.

Las víctimas fueron Yony Esteban Echeverry Salazar, de 29 años; Édgar Ocampo Alarcón, de 71; Diego Quintana González y Nilson de Jesús Guevara, ambos de 56. Por este hecho de sangre hay dos condenados y otros dos habrían sido asesinados.

 

Equipo

"Era algo no común en Manizales, por eso se creó un grupo especial entre las policías Metropolitana y de Caldas. Todo apuntó a una disputa por la venta de droga en ese sector, que es tradicionalmente cafetero y a donde llegan muchos trabajadores", narró un testigo.

Otro señaló que las hipótesis apuntaban a que los hoy procesados ordenaron esas muertes, sobre todo la de Yony Esteban, natural de Palestina, porque "quería montar su línea de microtráfico en un territorio supuestamente ajeno".

Precisamente Yony Esteban fue la primera persona asesinada. Estaba reportado como desaparecido desde el martes anterior a la masacre y su familia lo buscaba por esas veredas.

Él quedó en una habitación solo. "Se notaba que no era de la región, por las prendas que usaba (gorra, pantalón azul y buenos tenis); mientras los otros muertos tenían prendas campesinas, como botas", contó un investigador.

En la casa-finca donde ocurrió la masacre encontraron una almohada con orificios, usada por el sicario para ponerla en la cabeza de las víctimas y silenciar el ruido del arma. Además, bolsas negras con estupefacientes y cuadernos con apuntes, al parecer de clientes (ver infográfico).

Los fallecidos estaban de espaldas, amarrados de pies y manos, con sus bocas tapadas. Por eso se cree que varias personas participaron en el hecho.

A Yony Esteban le robaron el celular y una moto Pulsar 200, situación clave en la investigación, pues los vehículos del fallecido y de los determinadores quedaron grabados en cámaras de la vereda La Cabaña. Escaparon por ese sector, con rumbo a La Manuela. Abandonaron esa moto al huir de un retén policial.

 

El menor, amenazado

Entre los primeros capturados por este múltiple crimen está alias Chinga, con 16 años en esa época, quien disparó contra las cuatro víctimas y pagó una sanción (no condena por ser menor) de ocho años en Los Zagales.

Fue determinante para identificar a Pipe y a Meme (ya sentenciados), y a Ojón, Carecortada y Gilberto. Sin embargo, hoy está amenazado y no declaró el juicio por temor a que les pase algo a él y a la familia. "Reconoció en fotos a los demás integrantes del ilícito. Se le mostraron ocho imágenes", señaló otro declarante.

Se aseguró ante la juez que Jhony, el primer asesinado, laboraba para los hermanos Ojón y Carecortada, pero se salió de la línea y quiso montar su propio negocio, por lo que contactó a las otras tres víctimas (dueño de la finca y dos recolectores) para que trabajaran con él.

"La masacre fue un represalia. Es que la zona se prestaba para la venta de droga, pues la estación de Policía queda muy lejos, en Lisboa, eran solo cuatro uniformados que no alcanzaban a cubrir tantas fincas".

 

Más muertos

Se conoció que entre el 16 y 17 de abril de ese 2018 asesinaron en Roldanillo (Valle) a Édison de Jesús Pozo Gutiérrez y a Alejandro Stiven Escobar Bermúdez, apodado Enano, quienes, según la Fiscalía, también participaron en la masacre de La Garrucha como autores materiales.

Este último, según una declaración que mostró un abogado de los señalados durante el juicio, le contó a un tío que había participado junto a Chinga en la masacre.

"Dijo que se fueron a cuadrar unas cuentas en una finca de Manizales y que allá se reunieron cinco personas, dos de ellas se unieron en Chinchiná. Mi sobrino relató que ayudó a amarrar a las cuatro personas asesinadas. Que Chinga los mató porque esos cuatro le habían asesinado al papá. Supuestamente con esa masacre, Chinga ajustaba 16 personas ultimadas. También reseñó que ese menor ultimó a tres mototaxistas, uno de ellos indígena, los metió en costales y los desapareció. Luego de lo de La Garrucha me dijo: 'tío, mire las noticias, la masacre en la que estuvimos'".

Todo indica que a Alejandro Stiven lo mataron por contar todas esas situaciones. La Fiscalía ya terminó con sus testigos. Los defensores presentarán los suyos en agosto.

 

A los tres los procesan por homicidio agravado, porte de estupefacientes y uso de menores en la comisión de delitos.

 

 

La casa.

Andrés Felipe Quintero Sabogal, alias Pipe; y Luis Alfredo Bolaño, alias Meme, condenados a nueve años y seis meses por esa masacre.

 

La inspección técnica duró varias horas y terminó al amanecer.

 

Una de las habitaciones en las que encontraron víctimas.

 


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