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La gente observa el automóvil destruido de la ONG World Central Kitchen (WCK) a lo largo de la carretera Al Rashid, entre Deir Al Balah y Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza.
EFE | LA PATRIA | JERUSALÉN
La muerte de siete trabajadores de la organización humanitaria World Central Kitchen (WCK) en un bombardeo israelí en la Franja de Gaza ha llevado al grupo fundado por el chef español José Andrés Puerta a pausar sus operaciones en la región y a buena parte del mundo a exigir respuestas a Israel.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, admitió la muerte de trabajadores humanitarios por un ataque "no intencionado" de las fuerzas del país el lunes, aunque no citó al colectivo.
Las tropas israelíes aún no han sacado conclusiones, pero el Ejército encargó una investigación independiente al Mecanismo de Investigación y Evaluación de Hechos, un cuerpo liderado por un mayor general, encargado de ofrecer la mayor información posible para decidir si se abre una investigación criminal sobre incidentes en combate.
Según el medio Haaretz, que cita a fuentes de defensa, un dron israelí llegó a disparar tres veces contra un convoy de World Central Kitchen en la ciudad de Deir al Balah, en el centro del enclave, a pesar de que los coches estaban claramente marcados con el logotipo de la organización.
El grupo, que se encarga de repartir alimentos y comidas preparadas en lugares en conflicto o afectados por desastres, confirmó que entre los muertos hay ciudadanos australianos, británicos, polacos, palestinos y un ciudadano con doble nacionalidad estadounidense y canadiense.
Condena de la ONU
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó ayer el ataque contra el consulado iraní en Damasco (Siria), acción registrada el lunes y que Israel se atribuyó, aunque de manera indirecta.
Guterres, que no nombra a Israel en su comunicado de condena, recuerda que existe "el principio de la inviolabilidad de los edificios diplomáticos y consulares, que debe ser respetado en todos los casos según la legalidad internacional".
En el ataque atribuido a Israel al consulado iraní murieron 13 personas, seis de ellas de nacionalidad sirias.