Aún recuerdo en mis años de colegio los “Centros Literarios”, así se llamaban todas las actividades dedicadas a promover el lenguaje y la literatura; preparábamos obras de teatro, concursos de declamación, charlas sobre oratoria y por supuesto el periódico del colegio, actividad que yo promovía especialmente, pues siempre me ha gustado escribir. Había un especial respeto por el idioma, aunque no como en la época en la que estudiaron mis padres; recuerdo que mi mamá recitaba ciertas reglas gramaticales de memoria y su letra era una belleza, por supuesto la ortografía de esa generación era perfecta, la de la mía no era tan buena, aunque si uno se esmeraba, lograba mejorarla.
Ahora, oír hablar a las nuevas generaciones da dolor de oído. Recuerdo un episodio en el gimnasio a donde iba antes de la pandemia, había una muchacha de unos 18 años en el baño, hablando por teléfono con una amiga y “marica” iba y venía en cada frase. A mí me dio tanta rabia que le solicité respeto por las otras personas que estábamos allí y le dije que lamentaba que sus padres hubieran perdido la plata, que seguro habían invertido en un buen colegio, para que ella recibiera una buena educación. Para estas nuevas generaciones la grosería es algo normal, no importa el estrato social, es un fenómeno triste y aterrador, pues es normalizar la violencia verbal y eso no está bien en lo absoluto. Y si es para insultar, seguro se puede hacer con elegancia y con inteligencia, como en una caricatura que me llegó hace poco, donde un taxista que transportaba a una religiosa, gritaba exaltado al conductor que se le acababa de atravesar: “¡La pecaminosa que te dio el ser!”. Siempre hay mejores recursos que la grosería baja y vulgar.
Y ni hablar de los mensajes escritos, donde el atropello de las palabras es absurdo; les cambian la ortografía, las contraen como quieren o las reemplazan por una sola letra, que sólo ellos entienden. Para leer un chat de jóvenes hay que hacer un curso, sino se corre el riesgo de no entenderles.
Por eso hoy me voy feliz a asistir a una conferencia del escritor José Miguel Alzate, que programó el Colegio San Luis Gonzaga, como una de las actividades para celebrar el Día del Idioma. La charla es sobre el Nobel de literatura Gabriel García Márquez, al cual, José Miguel, ha dedicado mucho tiempo a estudiar, no sólo su obra, sino también su vida. Como él es un narrador excelente, sé que deleitará a los muchachos con las anécdotas de la vida de nuestro escritor más emblemático y además los motivará a leerlo y estudiarlo con mayor interés y profundidad.
Nunca en nuestra historia había sido tan importante promover el estudio y el respeto por la lengua Castellana, con todos los fenómenos de transculturación, el énfasis en el bilingüismo, la invasión de música en tantos idiomas, con fenómenos tan fuertes entre la juventud como el K-Pop, que es casi un movimiento cultural, debemos promover en los más jóvenes el cariño por nuestra lengua, por la música en nuestro idioma, que vaya más allá del reguetón, por eso el próximo 23 de abril, fecha en la que se celebra el Día del Idioma, es una ocasión para reflexionar sobre su buen uso con nuestros hijos. Agradezco a todos los profesores de Lengua Castellana, que con su importante labor siembran en las nuevas generaciones el amor por nuestro idioma.