Estimado Juan José:
Como es bien sabido por propios y extraños, la actividad que ha permitido a La Feria de Manizales permanecer incólume en el tiempo como una de las festividades populares de más prestigio, no solo en nuestro continente sino en varios países europeos, son las corridas de Toros que en ella se programan.
Si bien es cierto que otros eventos como el Reinado del Café, la cabalgata, las fondas, los tablados y la oferta de todo tipo de diversiones callejeras presentan cierto atractivo para los visitantes, es innegable que el motor principal de la Feria son los Toros. Y es un hecho también que, en gran proporción, son los aficionados a los Toros, foráneos y locales, quienes en horas de la mañana o una vez terminada la corrida colman la oferta de distracciones que presenta la ciudad durante la festiva semana.
Adicionalmente la Feria genera una ingente cantidad de empleos temporales, tanto formales como informales, que mejoran las condiciones de vida de un gran número de manizaleños que ven con esperanza la forma de “equilibrar la balanza de pagos domésticos” con los ingresos extraordinarios que consiguen durante la Feria.
La desaparición de la temporada taurina sería la puntilla para la Feria de Manizales y constituiría una gran pérdida para la promoción turística, para la economía y para el divertimento de la ciudad y su gente. Esa es una verdad indudable e incontrovertible. El buscar “el decrecimiento” de la Feria al dejarla huérfana de Toros, terminacho que uso para estar en la onda de la genial ministra de minas, no representaría otra cosa que quitarle el pan de la boca a muchas familias manizaleñas, principalmente a las pertenecientes a los estratos más necesitados de la ciudad.
Y precisamente, pensando en esta realidad decidí revisar los diversos proyectos de ley que en contra de la Fiesta Brava han sido presentados últimamente en el Congreso de la República para establecer si algún manizaleño o caldense de renombre, de esos que predican que su mayor preocupación es el bienestar de sus conciudadanos, estaba apoyándolos. Y, ¡oh sorpresa! al descubrir que en uno de los proyectos, precisamente el presentado por la representante Andrea Padilla, añeja enemiga de Toros, cabalgatas, gallos coleo y corralejas, vale decir hostil frente a las costumbres y tradiciones del pueblo colombiano, apareció como firmante el único senador actuante o “efectivo” del departamento. Y defino al aforado como “efectivo”, robándole el término a la jerga militar, ya que en lo que atañe a los otros dos legisladores locales, el uno se encuentra “inactivo” por decirlo de alguna manera, y en serios problemas con la justicia, y el otro cada vez muestra menos interés por los destinos de la tierra que lo vio nacer. Pero en este empeño por acabar con la Fiesta Brava y de rebote perjudicar la Feria Manizaleña, no estaba solo el exgobernador de Caldas. Apoyando el, a nuestro juicio destructivo proyecto, encontramos también las firmas de los representantes a la Cámara por Caldas Santiago Osorio y Juan Sebastián Gómez González.
Y al revisar las demás firmas que se encontraban coadyuvando la presentación del proyecto asomaron algunos nombres de personajes de la política bastante cuestionados por la opinión pública, y entonces me vino a la memoria la frase del dramaturgo griego Menandro, que por allá por los trescientos A.C. sentenció: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres”. Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Añadido: Desde que tengo uso de razón, los enemigos de la sociedad y a quienes se debía perseguir y derrotar era a los delincuentes. Hoy los vientos que soplan traen unos raros hedores nunca antes percibidos.