La Tierra es uno entre muchos lugares de aprendizaje y evolución para los espíritus. Acá el alma puede enfrentar lo negativo para mostrar su fuerza, sus capacidades y su coraje.
Cada espíritu es libre para elegir sus aprendizajes y, al morir, nadie lo juzga si hay errores. Cada espíritu hace su avance de una inconsciencia dormida y el desamor a una consciencia despierta y al amor total. Ese avance se hace en muchas vidas, y cada alma tiene su ritmo sin que nadie lo presione.
En la Tierra siempre se encuentran almas más avanzadas, que llaman “buenas”, con almas menos
avanzadas vistas como “malas”. Eso es necesario porque el “bueno” enseña al menos avanzado por imitación; como si le dijera: Haz lo que yo hago. El menos avanzado aprende a las malas, y al fallar,
ayuda al “bueno” a practicar perdón, paciencia, aceptación o desapego.
Varios estudios han analizado el impacto en la salud de breves ráfagas de actividad física de alta intensidad. Edward Coyle, fisiólogo del ejercicio de la Universidad de Texas, EE. UU., lo ha estudiado.
Explosiones de cuatro segundos de actividad física rigurosa son muy efectivas. Pueden contrarrestar los efectos nocivos de permanecer sentado por periodos prolongados. Él estudió a adultos jóvenes que pedaleaban en una bicicleta estática lo más rápido que podían. Lo hacían cinco veces cada hora con sprints de cuatro segundos en un periodo de estudio de ocho horas. Su equipo observó que las pequeñas ráfagas de actividad mejoraban el metabolismo de las grasas. Afirmó: “Comprobamos que las ráfagas son igual de eficaces que 30 minutos de ejercicio”.
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