Que Gustavo Petro haya incumplido su agenda en 82 ocasiones en un escaso año de gobierno no resulta extraño, pues la soberbia con la que se comporta en todos los ámbitos de su vida no permite esperar nada diferente. Son 82 desapariciones que, sumadas a más 20 viajes internacionales, promedian dos incumplimientos semanales en compromisos de todo tipo. Ha irrespetado a las Altas Cortes, gremios económicos, alcaldes, gobernadores, fuerza pública, centrales obreras, ministros y misiones extranjeras. Es decir, ha pisoteado a todo el mundo sin importar las consecuencias, pues su principal propósito es cumplirles a los criminales, terroristas, asesinos y convictos para quienes siempre está disponible y presto a generarles impunidad, indulto y perdón.
Es nuestra triste realidad. Y la tenemos que soportar en medio del incremento de la barbarie, la inseguridad, la inestabilidad económica, la pérdida de valores y el desconsuelo de millones de colombianos que lloramos esta nueva Colombia. Esta Colombia que destruyen sin compasión y que amanece cada día con un nuevo asalto institucional, un nuevo despropósito, un nuevo indulto y un nuevo descaro a favor de la criminalidad y el terrorismo. La Colombia que Petro corroe y que vemos caer en pedazos.
Y entonces, ¿qué podemos hacer los ciudadanos de bien ante esta barbarie? ¿Cómo podemos controlar el derrumbe moral e institucional que nos agobia? ¿Con cuáles acciones inmediatas frenaremos los desafueros de un gobierno absolutamente desbordado y prepotente?
La respuesta está más cerca de lo que pensamos y solo se requiere de voluntad política, firmeza de carácter, participación democrática y utilización de los mecanismos constitucionales. ¡Sí! ¡Depende de nosotros mismos y de alejarnos de la pasividad que ha permitido que las lacras accedan al poder, abusen de el, se sostengan incólumes y, lo que es peor, que pretendan perpetuarse a través de terceras personas que salen a la luz pública como seudo salvadores del caos que ellos mismos han provocado.
Porque estamos a tres meses de unas elecciones regionales que pueden significar un golpe certero contra gobiernos mafiosos como el de Marín-Osorio en Manizales, que es la imagen a escala del gobierno nacional. Un gobierno desvergonzado, díscolo, incumplido, mafioso, corrupto, pueril, desastroso y mitómano que ha llegado a límites insospechados de descaro y perversión ante una sociedad cada vez más pacata, indolente y resignada.
Tres meses en los que hay que mover la abstención para que salga a las urnas el 29 de octubre y, con su voto, demuestre el repudio que Manizales siente por un alcalde que tiene la ciudad sumida en el desastre, la miseria y el caos. Tres meses para demostrarle a Petro, a través de una derrota contundente a su candidato (que es el mismo de Carlos Mario), que estamos despiertos y dispuestos a manifestarnos en contra de sus medidas atrabiliarias, déspotas y dictatoriales.
Porque esta es tal vez la última oportunidad que tenemos para salvar el país. Si dejamos que los candidatos petristas (que en Manizales y Caldas son los de la mafia Marín-Osorio) accedan al poder y sigan derruyendo nuestra ciudad y departamento, estaremos legitimando las acciones viciosas, perversas y degradantes que hoy padecemos. Estaremos reincidiendo en la peor catástrofe que nos hemos causado al elegir a ineptos, corruptos y descarados como el alcalde Marín quien, increíblemente, aspira a dejar su sucesor en la alcaldía de Manizales.
Tenemos pues una meta clara en las próximas elecciones: derrotar con contundencia la mafia que nos gobierna y desterrarla como opción política de una vez por todas. Tenemos que quitarles el poder que han manejado en su propio beneficio y que los tiene navegando en este mar de impunidad. Tenemos que demostrar que el pueblo es superior a sus dirigentes y procurar que, aunque tarde, la justicia opere y se produzcan los castigos y las penas a la mafia Marín-Osorio.
Si no reaccionamos ya, estaremos condenados a ver cómo Marín entra a ocupar un alto cargo en el gobierno Petro, cuando lo máximo que merece es un nombramiento como gestor de paz, pues su perfil y prontuario son los ideales para acceder a esta “honrosa” distinción. ¡Tenemos que ser conscientes de que derrotando a Marín-Osorio estamos derrotando a Petro!