Alguien ha recordado recientemente: Las personas son simios en evolución. Expresada de otra manera, la sentencia indica que los 80.000 millones de seres humanos que han poblado la tierra tienen en la estructura genética la información que permitirá a la especie avanzar en el camino de la transformación. Igualmente, el medio ambiente modificado y persistente, inducirá en algún momento el cambio lento en la estructura física del hombre moderno o bajo otro enfoque impondrá las modificaciones del comportamiento con la adopción de nuevas maneras de vivir en la tierra.
El cambio anatómico y fisiológico vendrá de una manera cierta e imperceptible a través del tiempo. La comparación entre los hombres en los últimos 20 siglos, así lo demuestra. Sin embargo, las modificaciones en el comportamiento son más evidentes y se encuentran ejemplos en cada siglo de la historia, siendo notable el cambio en los recientes 100 años.
La modificación del comportamiento se deriva de muchos factores, pero es indudable que la tecnología creada y perfeccionada por todos ha sido importante. Cada vez, con mayor énfasis, los sistemas dependientes de la razón y destreza humanos inciden en la vida de ellos mismos y sus descendientes.
Los últimos 50 años han sido prolíficos en determinantes que han modificado el pensamiento de las personas. Las mentes de las personas con sus sentires de las necesidades y la proyección de un futuro mejor, quizá más fácil, han permitido avizorar y obtener elementos que han permitido el cambio de los comportamientos.
No se necesita de grandes demostraciones para evidenciar estos cambios. Desde los más simples como son las modificaciones en el vestir, comer y las relaciones interpersonales hasta los más complejos que apenas insinúan una modificación profunda como lo indica la tecnología de las comunicaciones cuya substitución se mide en segundos, agregándole la llegada de la Inteligencia Artificial, que tiene aspectos de pésimos a buenos dentro de la humanización del hombre.
Todo aquello que vaya en contra de la esencia del ser humano no es deseable y es improcedente. Pueden existir nuevas formas de entender la vida y nuevos mecanismos con el propósito de hacerla más fácil pero siempre pensando, deseando, haciendo y contribuyendo a la perfección de la persona.
Es indeseable la substitución de las personas por animales. Ello va en contra del significado del ser humano. Los animales como las máquinas, cualquiera, pueden ser de inmensa ayuda para mantener la vida las personas y unos ejemplos sencillos son los equipos biomédicos que permiten mantener una vida. De ese mismo lado, están los animales que hacen posibles las demostraciones de afecto emocional estabilizador en sus cuidadores y existen otros entrenados para salvar vidas.
Las máquinas se modificarán sin límite mientras exista la inteligencia humana y los acicates permanezcan como fuerzas dinámicas en el desarrollo del ser humano. Lamentablemente, muchas personas van vinculando estrecha y modernamente su existencia a las máquinas como las utilizadas en comunicaciones y se han acostumbrado tanto que sus actividades íntimas no están desprovistas del acompañamiento de distintos mecanismos tecnológicos.
Pensar tratando de vislumbrar el hombre del futuro no es una actividad cotidiana. Esta acción se relaciona en la mayoría de los casos, cuando se hace, a los nietos y quizá a los bisnietos. No va más allá. ¿Cómo será el ser humano dentro de 250, 500 o 1.000 años? Las respuestas son disímiles[J1] , pero pocos reconocen el impacto de los microprocesadores intracorporales que ya se usan en medicina.
Puede que el pelo no se modifique sustancialmente pero el comportamiento humano será muy diferente, según el sitio geográfico y el estado cultural. Sería irreconocible con los patrones de hoy identificar todos los cambios del hombre del futuro.