La enseñanza de la medicina ha sufrido cambios a través del tiempo. Los aspirantes a ejercer la profesión también han modificado sus intereses para seleccionarla. La sociedad y los profesionales, igualmente han transformado distintos mecanismos para ejercer su experticia.
Estudiar medicina antes del siglo XX implicaba cumplir con condiciones difíciles que se fueron modificando en la medida que aparecieron nuevas teorías y prácticas para favorecer mayores titulaciones de estudiantes.
En Colombia, no era fácil estudiar medicina por varias razones entre ellas había dos que sobresalían: seleccionar el sitio para cursar los estudios y contar con los recursos, de toda índole, para hacerlos.
Inclusive, quienes deseaban ser médicos y tenían los recursos iban al exterior, fundamentalmente: Francia, Inglaterra o Alemania y en menor grado España. Otros sitios fueron siendo notorios: Estados Unidos de Norteamérica, EUNA, México y Argentina.
Colombia fue construyendo su propio modelo basado en la imagen completa proveniente de Francia y hasta luego llegar al informe Flexner, EUNA, que de cierta manera aún persiste.
Las iniciales Facultades de Medicina, hasta llegar a 7 en 1955, (ahora 57) se agruparon en una entidad denominada Asociación Colombiana de Facultades y Escuelas de Medicina, de la cual se autoexcluyó a final de la década de los años sesenta, la Universidad Nacional de Colombia. Esta institución ha direccionado la educación médica, durante años.
Cada universidad fue definiendo las características de sus estudios para distinguirse de las demás para ofrecerles a quienes aspiraban estudiar medicina o una de las especialidades o supraespecialidades, una determinada línea académica: teórica y práctica, que fuere adecuada a sus inclinaciones y posibilidades.
Al consultar los programas de estudios de las Escuelas de Medicina aún se encuentran extensos tiempos de estudio para ser médicos generales. Entre 1900 y 2024, se han sucedido muchos cambios que hacen diferente la vida de las personas y por supuesto de los estudiantes.
Para mencionar solo algunas variables vigentes, que serán más intensas en el futuro: La moderna tecnología que como se ha expresado es incontenible; los mecanismos cambiantes del diario vivir; la complejidad del ejercicio profesional, que cada día necesita más estricto análisis crítico; la aplicación de la necesaria y rigurosa ética; la esperanza de vida al nacer; el rápido inicio en la vida laboral; la necesidad de tener un recurso humano más numeroso y el cada vez más novedoso, amplio y complicado panorama de las enfermedades.
Con todo ello y otros factores, se hace imperativo reiterar la necesidad de reducir técnicamente el número de semestres o años, de los estudios médicos, y adecuar los calendarios del sector académico.
Hay que analizar profundamente lo que se hace y debe hacerse durante la permanencia de los estudiantes en la ruta para ser titulados como médicos generales. La cimentación humana y académica en la formación de cada persona que desee ser médico o médica, es apenas el inicio de una vida dedicada a la medicina porque no puede olvidarse que quien desee ser médico hasta el fin de su vida profesional deberá estar dispuesto a una actualización permanente, manejada como una obligación personal comprometida desde su juramento.
Días de insulsa repetición teórica o de ausencia estudiantil de los claustros, excesos de días libres, son actualmente una incongruencia dentro del contexto de la nueva existencia.
La formación del médico requiere de ideas nuevas que vayan en defensa de la sociedad como ente receptor universal de las acciones médicas que fortalecerán la vida de las personas y serán garantes de la dignidad de los seres humanos.
Después podrán llegar estudios y prácticas complementarias como avance en la formación personal o como una necesidad del país. La recertificación es indispensable.