¡Se llegó el día! Así se expresan las personas cuando llega la fecha de un hecho esperado, bueno o malo, o hacen la evaluación de lo que ha acontecido generalmente deseado y luego de que ha pasado un tiempo largo o corto.
Faltan 120 horas para que el Estado inicie la apertura de urnas con el fin de que los electores depositen sus votos mediante la utilización de 1 a 5 tarjetones con los nombres de los candidatos que aspiran a ser gobernadores, alcaldes, diputados, concejales o ediles.
¡Llegará el día! en que cada ciudadano exprese mediante el voto, que representa su elección, libre o coartada, frente a cada uno de los aspirantes a los cargos que están en disputa. El tiempo es irreversible, las actitudes y acciones pueden modificarse, pero el voto, salvo la anulación, es perdurable.
Una vez más se conocen hechos abiertos o disimulados o totalmente encubiertos, que atentan contra la libertad del voto. En época electoral aparece la sutileza, empleada por quienes desean que sus nombres o el de sus copartidarios, amigos o familiares sean los elegidos, y utilizan hasta instituciones mediadas por directivos o gobernantes, ello sin enfrentar con franqueza sus posiciones
La persona más importante en esta etapa es el votante por lo que de muchas maneras se busca lograr su identidad electoral con quien propone un programa. El aspirante también ha expuesto su vida pública y sus acciones privadas, no íntimas, al análisis de quien debe y puede votar.
Ahora no hay lugar a engaños; cada persona decidirá, de acuerdo con su conciencia compaginada con sus intereses, la elección que refrendará en la urna electoral. A nadie llevan hasta la mesa en donde reposan las cajas para la recolección de votos, amarrado físicamente ni a nadie le introducen a su nombre y a la fuerza el tarjetón que evidencia sus preferencias.
La Constitución le da la oportunidad a cada ciudadano apto para votar la libertad de elegir y hasta de no elegir. No hacer uso del derecho de señalar quienes deben ser sus gobernantes y representantes en la Asamblea o Concejo o en el grupo de ediles, es una decisión que solo compete a quien ha eludido su responsabilidad.
Las normas electorales nacionales les permiten a todos quienes pueden votar expresar su decisión por cualquiera de los aspirantes e inclusive valida el voto en blanco como manera de identificar su independencia y no como equivocada e intencionalmente se propaga por intereses diversos.
Hoy, todos los colombianos aptos para concurrir a las urnas tienen la posibilidad de definir el rumbo de sus departamentos y municipios para los siguientes cuatro años. Si no vota, lo que suceda con sus gobernantes, diputados, concejales y ediles será de su absoluta responsabilidad y no tiene derecho a reclamar.
Del voto depende todo lo relacionado con la vida civil del departamento o municipio. Al término de las elecciones los ciudadanos podrán expresar su sentimiento de felicidad por la ganancia o de tristeza ante la pérdida, pero cuando quien obtuvo el favor de los electores se posesione, los ciudadanos todos tienen el derecho a ser tratados por igual. Esto se proclama, pero no siempre ocurre así y el país es un buen escenario para confirmar el aserto.
Nadie podrá considerarse engañado, salvo frente a hechos no conocidos o previstos, ante el triunfo de una persona que no debió ser elegida. No se elige con un solo voto. El voto inducido equivocada e ilegalmente no exime de la responsabilidad electoral.
Nota. En el artículo del 3 de octubre sobre Medicina Forense, por un lapsus se escribió hipocorística en vez de hipocrática. Gracias al lector.