Para escribir estas líneas entré al mercado de tierras y predios urbanos por internet, para ver cómo es eso de que los dueños de la tierra rural son los más ricos. Hoy mismo, alguien ofrece una finca de 70 hectáreas y buena casa en Chaparral, Tolima, por $1.200 millones, que no le alcanzan para un apartamento de 138 metros en Santa Bárbara, Bogotá, de $1.659 millones.
Un apartamento de 490 metros en El Virrey, de apenas ¡$9.000 millones!, tampoco está al alcance del terrateniente que vende 500 hectáreas con buena casa en Ayapel, Córdoba, por $6.000 millones. Un penthouse de 1.000 metros en el Parque de la 93 vale ¡$14.000 millones!, que puede comprar el ganadero que vende su finca en Ciénaga de Oro, Córdoba, con excelente casa, agua e infraestructura productiva, en $18.000 millones, solo que él entrega ¡600 hectáreas! de la mejor tierra del país.
Era un decir que los ganaderos se volvían ricos cuando vendían la tierra, pero hoy ni siquiera eso es cierto, pues “feriar” sus tierras no les alcanza para mucho, una realidad que no se compadece con el estigma de “terratenientes”, con una riqueza y un poder que no tienen.
Los dueños de la tierra eran los más ricos hasta comienzos del siglo pasado, cuando arrastrábamos la concentración originaria que dejó el dominio español; cuando la tierra representaba poder económico y político; cuando gran parte de esa concentración aún no se había convertido en capital semilla para la industria, la banca y el comercio, los nuevos ricos.
Pero hoy, sin decir que un ganadero grande o mediano sea pobre, hace mucho que no son los más ricos y poderosos, algo que solo está en la cabeza del comunismo clásico, que le asigna a la propiedad privada de la tierra la condición de “pecado original”, responsable de todos los males, mentira con la que incendiaron de violencia “revolucionaria” a América Latina…, incendio que en Colombia aún no se apaga.
Ahora miremos otras comparaciones. El catastro urbano de Bogotá, con 2,7 millones de predios vale 729,3 billones de pesos; el catastro rural ¡de todo el país!, con 4,7 millones de predios, vale apenas 212 billones; es decir, que lo que vale toda la tierra rural del país no compra ni la tercera parte de los predios bogotanos.
Toda la tierra urbana y rural, según catastro, valdría 1.546 billones de pesos, unos 466.000 millones de dólares, algo más de los 416.000 millones que vale Amazon, o los 352.000 de Apple. Si estas dos empresas se unieran con Microsoft y Google, podrían comprar ¡tres veces! el territorio nacional.
Hasta el siglo XVIII, la tierra fue el paradigma de riqueza sin discusión, pero la Revolución Industrial la destronó hace tres siglos, mientras nosotros seguimos en esa discusión feudal.
¿Quiénes son los verdaderos ricos del mundo, quiénes los de Colombia? Miren a ver, pero entre los “ganaderos terratenientes” no los van a encontrar.