Volvieron las lluvias, el pasto creció y las 10 vacas de un pequeño ganadero recobraron su condición y producen más leche. Entonces compró abono para aprovechar las lluvias, aunque está caro, pero busca recuperarse del verano comprando silo de maíz a 20 mil pesos bulto, y también del menor precio que recibe desde hace meses.
No entiende por qué bajaron el precio en verano, cuando hay menos leche y el precio siempre mejora. Dicen que es por la que traen de Estados Unidos; entonces se preguntó: ¿Para qué la traen?, si aquí hay de sobra. Cuando baja al pueblo a mercar piensa que, si le pagan menos por la leche que vende, le deberían cobrar menos por la que compra, la de las cajas azules. Pero esa siempre sube, por la inflación, dicen.
Las lluvias acaban las vías y todo es difícil, pero aún así venderá más leche, aunque esas “cuentas de la lechera” se descuadraron con otro anuncio de bajada de precio, dizque para no tener que recibir menos leche o no todos los días, pero las vacas todos los días dan leche y, si no se ordeñan, les da mastitis. ¿Las razones? Que se cayó el consumo, que los niños en vacaciones, que la enlechada invernal y las importaciones, que esto y lo otro; pero con ninguna de esas razones paga en el almacén de insumos, ni la costosa energía; ninguna paga el mercado ni recupera las pérdidas del verano. Esa es la realidad de cerca de 300.000 colombianos, pues nuestra producción de leche es, en su mayoría, de pequeños ganaderos minifundistas que hacen parte de la pobreza rural.
Desde hace años hemos puesto soluciones sobre la mesa…, y ahí siguen. Podemos hacer más seminarios para un problema sobrediagnosticado, pero es urgente pasar a las soluciones. Hemos propuesto que la leche sea obligatoria en los menús de guarniciones militares y, sobre todo, de hogares infantiles del ICBF y el Programa de Alimentación Escolar, PAE, que tanto se roban. Hemos propuesto una alianza entre Estado, ganaderos e industria, para producir leche para segmentos populares, hoy con un subconsumo que hace parte de los problemas de desnutrición.
Se trata de leche pasteurizada, porque la ultrapasteurización, la “larga vida”, el tetrapack y la millonaria publicidad convierte a la leche en un lujo. En países desarrollados y lecheros, como Holanda y Australia, es más apetecida la leche fresca y de corta duración. Además, ¿para qué un ama de casa de estrato uno compra leche costosa para seis meses?
Hemos propuesto alianzas para ampliar la capacidad de pulverización y acercarnos a la garantía de compra, como los cafeteros, para que el pequeño productor de nuestra historia no deba “llorar sobre su leche derramada”, porque no se la compran o la informalidad ofrece precios que no cubren los costos. No quiero pensar en 2026, cuando la industria pueda traer de Estados Unidos toda la leche en polvo que quiera sin arancel… ¿Qué será de nuestro pequeño productor campesino?