A propósito de la segunda vuelta electoral para decidir el próximo presidente argentino, toma fuerza la novedosa propuesta de Javier Milei, uno de los candidatos, de dolarizar la economía gaucha, lo que implicaría adoptar el dólar estadounidense como moneda oficial y que la moneda local deja de existir. La razón principal detrás de esta propuesta es la hiperinflación que vive Argentina, con una proyección de hasta 140% para este año. Increíblemente lo que en enero valía $100 pesos argentinos, en diciembre costará $240. Y buena parte de la explicación para este fenómeno radica en décadas de gobiernos populistas e irresponsables. El actual gobierno tiene en operación 182 programas sociales, por lo que cerca de 25 millones, de 46 millones de argentinos, reciban ayuda estatal. Y si a ello le sumamos la abultada burocracia, que hoy roza los 3,5 millones de empleos públicos, se comprende perfectamente por qué, para atender subsidios y nómina, los últimos gobiernos argentinos han acudido a la deuda pública y a la emisión de dinero, inevitablemente disparando la inflación.
Además, Argentina posee un tipo de cambio fijo en donde el Banco Central compra y vende dólares a una tasa de cambio oficial, lo que genera un mercado negro de divisas donde se compran dólares “baratos” en la ventanilla del Banco Central y se venden “caros” en las calles. Esto desencadena nuevas expectativas de devaluación que ocasionan crisis “autoinflingidas” en donde cada vez más personas recurren al Banco central a comprar dólares, liquidando las reservas internacionales y exponiendo aún más a la moneda local. Esta espiral devaluacionista se traslada a la inflación (vía precios de bienes/servicios importados), entrando en un círculo vicioso en donde los dos fenómenos se refuerzan mutuamente
En la práctica, la transición a la dolarización implicaría la conversión a dólares de todos los pesos argentinos en circulación. Sin embargo, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), Argentina requeriría unos USD35 mil millones para ello, mientras que el Banco Central cuenta con menos de USD30 mil millones. Es decir que para lograr dicho objetivo, el nuevo gobierno debería obtener más créditos internacionales a tasas de interés elevadas.
Sobre la efectividad de este tipo de medidas, hay prestigiosos académicos, como Steve Hanke, profesor de economía de la Universidad Johns Hopkins, que defienden asiduamente la dolarización, aduciendo el incremento en PIB per cápita (en dólares constantes de 2017) que los países dolarizados en las Américas han vivido durante la última década: Panamá (+24.3%) y El Salvador (+18.8%). Otros, como el economista jefe del IIF, Robin Brooks, han señalado el aparente “fracaso” ecuatoriano (-6.4%) que la dolarización le ha implicado, pero no menciona los antecedentes políticos ‘progresistas’, para desvirtuar los méritos de la medida.
Dolarizar la economía argentina no es una solución mágica por sí sola. Para dar un verdadero giro al país y acabar con la nefasta era Kirchner, deberá implementar, además de la dolarización, un agresivo paquete de reformas, que inexorablemente comienzan por un severo ajuste fiscal, la reducción de la burocracia, una contracción del consumo interno en el corto plazo y la garantía de una política social responsable y coherente con las reales capacidades del país. Difícil panorama.
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Quiero expresar mi profundo pesar por la triste partida de Nicolás Restrepo Escobar. A su esposa Clemencia, a sus hijos Isabel y Juan José, a su querida madre Elvira Escobar y a toda la familia Restrepo, mis condolencias sinceras. Maravilloso y merecidísimo homenaje hecho por La Patria a este gran Director; un buen ser humano, inteligente, sereno, de mente abierta y amigo de la verdad y de la razón. Paz en su tumba.