El Consejo Privado de Competitividad lanzó el Índice de Competitividad de las ciudades. Y en el llegó una noticia que pone en alerta a las autoridades y líderes gremiales: la competitividad de la ciudad descendió un puesto en el ranking nacional. Si bien sigue estando en el top 10 de la lista, pasó del puesto quinto al sexto. Y esta situación es importante que no se deje tomar vuelo, pues lo que ocurrió fue que el puntaje general bajó, pues en un ranking se puede bajar porque uno reduce su desempeño en los indicadores, o que aún mejorando, otros participantes del ranking lo hagan mejor que uno y sencillamente uno pierde posición relativa. En este caso se dieron ambos fenómenos, por una parte Bucaramanga tuvo mejor desempeño que el año pasado y Manizales-Villamaría pasó de 6,32 a 6,21. Frente al bajón en competitividad, corresponde reforzar el trabajo entre empresas, sector público y la academia.
¿En qué seguimos bajos?
En los que continúa bajo Manizales-Villamaría, es en primera instancia, lo que tiene que ver con formación de capital humano. Muy preocupante, pues la inversión en la gente. En efecto, en salud y educación hay mucho que desear en la región.
Es bueno mirar en aquellos pilares en los cuales la ciudad tiene más posibilidad de mejorar en capital humano tanto en salud como educación hay bastante por trabajar, pues en ambos aspectos se encuentra en el puesto 14 nacional. En el caso de salud es muy preocupante que en términos de cobertura de vacunación que es medida vía la triple viral y la pentavalente pues en esos indicadores se ubica la ciudad en el puesto 31 del país, así mismo en la inversión en salud pública está de 25 en el país. Igualmente, la mortalidad materna está relativamente alta pues estamos en el puesto 18. ¿Qué responden los secretarios de salud?
Con respecto al pilar de la educación básica y media se encuentran algunos aspectos muy llamativos, tanto en términos de la cobertura especialmente en preescolar y primaria y secundaria es decir está muy preocupante porque está entre los puestos 24 y 31 a nivel nacional, al tiempo que en la educación media está un poco mejor, pero sigue estando apenas en el puesto 18 y en el punto de deserción estamos de 10 en el país. Con relación a la calidad en educación estamos mucho mejor, estamos de séptimos en el país. ¿Eso qué quiere decir? El problema no es tanto de qué no sepamos hacer las cosas, sino que tenemos que llegar a muchos rincones más. ¿Qué pasa, pues, en los esfuerzos de cobertura?
Hay unos indicadores que en la ciudad no está marcando bien, y tiene que ver con aspectos que aseguren mejores ingresos. Por ejemplo, en desempeño administrativo y en gestión fiscal hay varias banderas amarillas, que, si se atienden debidamente, seguramente van a generar recursos para invertir en otras áreas. En gestión de recursos Manizales-Villamaría están en el puesto 10; en actualización catastral en el puesto 22. Igualmente, en el campo de gestión fiscal está en el puesto 22 del ranking, bajísimo. Llama mucho la atención que la ciudad en términos de transparencia también muestre un desempeño relativo muy pobre, pues está en el puesto 18. ¿Qué estrategia se dará para dar mayor dinámica a toda la gestión fiscal? Las administraciones y los mismos concejos municipales deberían aportar con nuevas soluciones y especialmente en términos de eficiencia.
No es responsable con la ciudad y las generaciones futuras, dejar desmoronar la competitividad de la zona metropolitana capital del departamento. Manizales-Villamaría deben diseñar una estrategia para mejorar allí donde se observan debilidades. Y ello implica necesariamente un trabajo colaborativo entre el sector Privado, Público y Académico. No se debe olvidar la famosa triple hélice.