Pocas instituciones técnicas en Colombia gozan de tantos recursos en terreno y sufren de tal descrédito social como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Este Instituto tiene un enorme capital científico que lo hace una institución altamente valiosa para el país: Su rol es vital en la meteorología aeronáutica, en el procesamiento de datos históricos de la climatología colombiana, y en el análisis hidrológico en meses de supuesta sequía.
Pero su pecado ha sido la forma en la que se han comunicado y cómo esto ha minado la confianza de ciudadanos que ya no creen en su labor y que, en su lugar, fabrican bromas que prueban la poca credibilidad que tiene el Instituto.
No hay que ir lejos: el Ideam decía que este sería un febrero seco y caluroso. Sin embargo, como ha pasado en ocasiones anteriores, sucede lo contrario. En Manizales, por ejemplo, en los primeros cuatro días de febrero llovió más que en 31 días de enero. Pero ese no es el punto. Fijarse en las fallas sería miope ante la oportunidad de crecimiento.
Quizás haya que cuestionar el afán del Ideam por vender pronósticos a largo plazo que suelen fallar. Tal vez sea hora de cambiar el método y encontrar una forma de comunicar más centrada en los territorios y en tiempos más cercanos. La meteorología es una ciencia que se actualiza minuto a minuto, por lo que provocar al destino con verdades tentativas es casi que fingir.
Por años, el Instituto ha hecho pronósticos generalistas tomando como referencia las regiones colombianas. Hay previsiones genéricas, por citar un caso, para la Región Andina que fallan por la falta de segmentación en una región tan diversa y con tantos pisos térmicos como la Andina.
El Ideam ha visto el país desde Bogotá. Aunque sus recursos están desplegados por las regiones, muchos datos quedan sepultados porque no hay quién trabaje con ellos o porque simplemente se pierden.
Es momento de que el Ideam cambie su narrativa y abandone los pronósticos generalistas nacionales para generar audiencias nicho a través de redes sociales -a modo de piloto-, tal como lo hace el por ciudades el National Weather Service en Estados Unidos; la Met Office, en el Reino Unido, por código postal; o el ECMWF, en Europa, para pronósticos a mediano plazo. Incluso, BBC Weather hace una labor extraordinaria de pedagogía con comunicaciones y meteorología.
El Ideam debería ubicar cuentas, por ejemplo, dedicadas al Eje Cafetero, a los Santanderes, los departamentos caribeños, o a regiones más precisas del país para poder entregar información más cercana a la población.
Hay que renunciar a publicar simples mapas infrarrojos a través de redes que entienden pocas personas y que, a la larga, son inútiles para la población. De allí la importancia de buenos meteorólogos comunicadores. Quizás, ya fue suficiente de larguísimos videos que obligan a los usuarios a ver todo el comportamiento meteorológico del país.
Este Instituto cuenta con tecnologías explicativas que permiten inferir qué puede suceder meteorológicamente incluso en un plazo de 96 horas. Propondría la creación de un nuevo Servicio Meteorológico Colombiano que comience una labor nueva con el respaldo científico del Instituto.
Asimismo, hay que darle dignidad a la meteorología en los medios. Es justo que deje de ser un acto mañanero solamente para tratar de predecir si habrá lluvias en la tarde.
Los medios regionales y el Ideam deberían desarrollar canales de comunicación fluidos para dar a los territorios pronósticos más cercanos, constantes y confiables. Es tiempo de segmentar la información para llegar a más comunidades.
El Ideam debe remangarse y explicar los fenómenos que cobijan atmosféricamente a Colombia. Es tiempo de la pedagogía: de enseñar a los colombianos qué es un frente frío, una vaguada, un ciclón o cualquier otro fenómeno.
Este Instituto es nuestra carta más clara para entender el cambio climático y relegarlo al descrédito por constantes pronósticos fallidos es un desperdicio enorme de talento y datos.
Probablemente, así los ciudadanos dejarán de creer que sus celulares tienen un termómetro en tiempo real y no darán fe en aplicaciones que funcionan con modelos satelitales que suelen también ser imprecisos para el caso colombiano.