La semana del Gobierno Nacional despachando desde La Guajira, en wayú la Wajiira, es un símbolo muy importante, con una gran fuerza. Porque frente a la fragilidad y debilidad de un territorio es allí donde llegan el Presidente y sus ministros, para escuchar a una población martirizada por la pobreza y por la falta de oportunidades para salir de ella. Pues bien, allí en el territorio donde las necesidades, la muerte, la negación de derechos, es la norma, llega el Gobierno Nacional.
Este departamento que se ha posicionado como estratégico para el país, no solo por su ubicación geográfica y su frontera con Venezuela, sino por ser uno de las canteras de recursos no renovables de energía como lo son las minas a cielo abierto de carbón que generan unos importantes recursos de divisas para el país y de regalías para los territorios. Y ahora toma una fuerza muy grande por la posibilidad de generar energía renovable gracias a los fuertes vientos que tienen la posibilidad de convertirse en energía eólica. Pero también es vital este territorio por ser la cuna de una amplia representación de pueblos indígenas.
La realidad de las condiciones La Guajira es muy triste. Los datos son escandalosos. El 53,7% de la población se encuentra por debajo de la línea monetaria de pobreza. Para comprender el dato, tiene más del doble de pobreza que la que posee el departamento de Caldas. El 16% de la población se encuentra en pobreza extrema, mientras que en Manizales es el 2.1%, es decir, casi ocho veces más pobres extremos. En la Guajira el 51,4% de la población tiene las necesidades básicas insatisfechas.
En el campo de la educación muestra una gran fragilidad. 63,7% de los niños tienen bajo logro educativo; el 7,1% de los niños no asiste al colegio; 38,7% de los niños presentan rezago escolar.
La salubridad es muy vulnerable, casi el 50% tiene inadecuada eliminación de excretas. 26% no cuentan con aseguramiento en salud. Sin acceso a fuente de agua mejorada está casi el 40% de la población.
Mejor dicho… así sí es muy difícil vivir. Este departamento necesita una intervención de choque y mantenida en el tiempo para revertir esta cantidad de indicadores que significan sencillamente que es una población en una total vulnerabilidad. Es fundamental que los anuncios del Gobierno Nacional se convierten muy pronto en acciones y transformación de la realidad de La Guajira.
Preocupa la falta de tejido gubernamental en la región. La realidad política y administrativa es desconsoladora. Datos como el que los gobernadores duran un poco más de un año, porque son suspendidos o destituidos por vulgar corrupción. Sin un gobierno local y departamental de calidad, será muy difícil que La Guajira pueda asegurar una senda de desarrollo que proteja la vida de sus pobladores. Este asunto debe ser uno de los primeros en que se debe intervenir, si no se fortalece decididamente la democracia seguramente seguirá atrapada en las garras de los corruptos y de la pobreza.
Qué bueno que la agenda del Gobierno Nacional ponga en su centro a la Guajira, será necesario un cuidadoso seguimiento a los acuerdos, proyectos e inversiones. Y para ello es fundamental que el gobierno local y regional se robustezca.