¿Desde dónde asumimos los roles que tenemos en sociedad? ¿Qué perspectiva le damos a nuestra mirada de la realidad? La perspectiva es fundamental, porque dependiendo de la misma tendremos una u otra foto de la realidad, nuestro análisis tendrá un acento, inclinación, que puede llegar a convertirse en un prejuicio en acción, o una opción o preferencia. ¿Será que la perspectiva de las Asambleas Populares que ha planteado el Presidente, son un buen punto de reflexión?
Recientemente, el padre General de la Compañía de Jesús, en reunión con los rectores de todas las universidades jesuitas en el mundo, les pidió que fortalecieran las democracias frente a la ola de autoritarismos. Y siguiendo a Naím, señaló que hay tres grandes peligros que atentan contra la estabilidad de los procesos democráticos en el globo. Las tres “p”s: Populismo, Polarización y Post Verdad. Por ello, está bien que existan las Asambleas Populares, si son procesos de fortalecimiento de la participación ciudadana, pero si van a degenerar en formas de populismo, de mayor división de la sociedad colombiana y que tergiversen la realidad con la post-verdad, sería mejor que no soltáramos esa dinámica a marchar.
Ahora bien, en Colombia el presidente Petro, ha insistido desde el inicio de su mandato en los diálogos vinculantes en los territorios y regiones. Últimamente, en su “septimazo”, reiteró la importancia de generar espacios como las Asambleas Populares como mecanismo de participación “directo” del pueblo. Un recurso muy común entre los gobernantes populistas y autocráticos, que buscan legitimidad para sus ideas utilizando la figura del pueblo.
Frente a esta idea de la práctica de Asambleas Populares en cada municipio, varios columnistas se levantaron a señalar los límites, fragilidades y riesgos. Les preocupa la fragilidad de este tipo de asambleas, lo poco democráticas que resultan, pues no hay certeza de la representatividad de todo el espectro de la opinión pública; la dificultad de dotarlas de metodologías estándares; y lo vulnerables frente a las manipulaciones de unos cuantos organizados. Y es verdad. Por ello, no pueden ser sitios para definir la toma de decisiones. Pero sí pueden ser escenarios muy valiosos para contrastar perspectivas, especialmente frente las miradas tecnocráticas, mirar las decisiones desde la periferia, desde abajo, puede ser muy interesante si son verdaderos espacios no solo de manifestación, sino de escucha profunda de los otros. Por ello, hay que aprovechar el valor agregado de las asambleas populares, para enriquecer los procesos de toma de decisión, pero teniendo presente sus limitaciones. Si se aseguran metodologías claras y procesos participativos reales, pueden dar una perspectiva muy interesante para las reformas.
Por ejemplo, imagínense una Asamblea Popular, donde haya una buena representación de desempleados, subempleados, que desean tener formalidad y seguridad en sus ingresos. Harían de seguro que la ministra de Trabajo repensara su reforma laboral.
Si el Gobierno de verdad va a escuchar y no a manipular, bienvenidas las Asambleas Populares, tanto cuanto permitan enriquecer el juicio para la toma de decisiones en los centros donde legal y constitucionalmente deban tomarse. Reiteramos que las asambleas no pueden suplantar nuestro orden Constitucional y legal, pero sí enriquecerlo.