Manizales como clúster educativo debe reflexionar permanentemente sobre cómo dinamizar los vínculos y el impacto de las universidades de la región. Con la experiencia que he ido teniendo y ahora con el cierre de ciclo como rector de una universidad en Cali, he tratado de pensar cómo se puede potenciar el impacto del conjunto de universidades.
El primer punto es una invitación a “ser audaces”. Ser un maestro audaz implica adoptar un enfoque innovador, que tenga como fondo un sentido y un valor. Esta audacia debe reflejarse institucionalmente también, en cómo logramos una mayor cobertura de la educación superior en la región y el país. Y en segundo lugar, esa audacia, que implica buscar nuevos rumbos, nuevas posibilidades, ver las cosas de manera distinta, debe llevarnos a resignificar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Las maneras de formar deben pasar de la teoría a la aplicación, a la experimentación, al aprendizaje servicio, a la resolución de problemas, a los proyectos, a vivirlos en contextos interculturales. Para ello se requiere ser audaces, porque la tradición, el éxito, la comodidad de lo que siempre se ha hecho, sencillamente terminan enterrándose en el pasado.
El segundo aspecto, es la necesidad de “ser compasivos”. Ser un maestro compasivo implica, sentirse alegre y decidido en el servicio a quienes más lo necesitan. Es estar cerca del que va mal, del que se le dificulta el proceso, del que está mal de bases para enfrentar la formación superior. Pues bien, allí, donde las dificultades se puedan volver oportunidades de crecimiento, se puede encontrar un buen registro para los maestros. Ser compasivos, nos debe llevar a ver al otro, como posibilidad de construcción en común, pero en clave de complementación, en clave de integración, en clave de solidaridad.
El tercer componente tiene que ver con las alianzas, “ser articuladores”, o como diría el Padre Alberto Hurtado “seamos un fuego que enciende otros fuegos”. Este aspecto es clave, y hay que pensarlo a nivel institucional, pero también a través de las redes de investigadores y formadores. En los proyectos con empresas, instituciones, organizaciones no gubernamentales, con entidades territoriales, con comunidades. Las alianzas son potenciadoras del impacto. Por ello, es importante preguntarse sobre las alianzas que construimos, de qué magnitud y profundidad.
Seamos audaces, no tengamos miedo de innovar, de crecer y de transformar el mundo, a eso vinimos. Seamos compasivos, firmes en nuestras decisiones, seguros en la ruta y en lo que es importante mantener, pero no olvidemos nunca por qué hacemos todo esto, por la juventud que nos conmueve, nos necesita y nos interpela y finalmente seamos articuladores donde quiera que lleguemos. Se trata del valor del trabajo juntos y la importancia de tejer, construir y soñar entre todos.
Con un clúster de educación público-privado, de universidades de alta calidad, Manizales podrá contar con una palanca maravillosa para transformar no solo las vidas, sino los territorios y comunidades de la región.