Resulta innegable la importancia de la articulación de tres actores fundamentales para el desarrollo económico, social, científico y tecnológico de la región del Eje Cafetero: la Universidad, la Empresa y el Estado. Desde hace 24 años esta tríada, organizada en la Fundación Universidad, Empresa, Estado Eje Cafetero (Fueeec, que sigla tan larga), busca promover respuestas científicas y tecnológicas para contribuir con la solución de problemas que se presentan en el territorio del Eje Cafetero.
En el deber ser, cada actor hace sus aportes a los procesos de manera diferencial, pero interrelacionada: la academia superior produce conocimiento científico y tecnológico; las empresas, motivan la innovación y la necesidad de nuevas tecnologías; y el Estado, regula y fomenta las relaciones de los dos anteriores.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo conjunto de estos tres actores, los procesos de materialización de los resultados que permitan enfrentar problemas económicos, sociales y ambientales han sido muy lentos. Todo indica que la confianza escasea, al igual que no se ha logrado un lenguaje común que permita hablar un mismo idioma. En suma, no funcionan como se esperaría.
De ahí la pregunta respecto del impacto real de las capacidades de grupos y proyectos de investigación de las universidades. Y me aventuro a decir que esto no es muy claro. Hay evidencias empíricas que muestran que la universidad va por un camino distinto al del sector empresarial e industrial. Es obvio que no se puede plantear una pregunta de investigación y desarrollarla en una semana o en un mes. La investigación académica requiere tiempo y recursos. El asunto está en que el otro actor de la triada, el empresarial e industrial, no puede darse el lujo de esperar mucho tiempo; los problemas no dan espera para ser resueltos. Y el Estado, por su parte, ayuda muy poco con el desarrollo de políticas públicas para que se puedan concretar los resultados de las investigaciones.
Sumado a lo anterior, creo que a la reconocida tríada le hace falta un cuarto actor: el financiero. Éste debería realizar aportes presupuestales a bajo costo para consolidar los proyectos y la aplicabilidad de los mismos. Sus diseños de financiamiento deberían estar acordes con las capacidades de empresarios e industriales. Es necesario capacitar a los académicos respecto de los beneficios tributarios que tienen que ver con los asuntos de la competitividad y la productividad, pensando, entre otras cosas, en las patentes y en cómo comercializarlas. Les he oído decir a profesores-investigadores que ellos son esto, y no vendedores. Inaceptable respuesta. Es obvio que no se trata de vender nada.
Pero ¿qué pasa cuando estos actores no creen los unos en los otros y, además, continúan mirándose de reojo y con los dedos cruzados por debajo de la mesa?, ¿qué impacto tiene esto en las esperanzas y los sueños de los ciudadanos? ¿Con qué cara les pedimos a éstos que crean en la ciencia y en la tecnología?
Por eso me parece fundamental que la mencionada organización de la Fueeec (ojalá cambiaran esta larga e incómoda sigla), sin más demora, trabaje en el asunto de recuperar la confianza entre los actores involucrados en ella. Es relevante trazar los más altos propósitos de productividad científica y diseñar estrategias para alcanzarlos y divulgarlos. Esto, más que un asunto técnico, es político (no estoy hablando de partidos). No pueden olvidar estos actores que en quienes tienen qué pensar realmente es en los ciudadanos. Para eso hacen ciencia.