Juan José Toro Rodríguez, del Gimnasio Campestre La Consolata*

La religión siempre ha estado relacionada con el Estado, ya sea de manera directa o indirecta. Esto se ha evidenciado desde el inicio de nuestra sociedad en el Imperio Romano, emperadores y religiosos trabajando unidos y con un mismo rumbo.

Sin embargo, esto no fue bueno, o al menos a mi parecer, debido a que al unir la religión con el Estado, el Gobierno y la política llegan a ser corruptos. Pues, los fines de la religión podrían llegar a cambiar influenciados por las altas autoridades del poder.

Así empezó esta unión del Estado con la religión y se mantuvo la alianza directa por muchos años, tanto así que en la Sagrada Inquisición es cuando se puede ver en mayor parte esta relación. Los que no creían en Dios o los que no compartían las mismas creencias que la iglesia católica pronunciaba, eran castigados o asesinados por la Iglesia Católica y el Estado de ese entonces.

Es allí cuando la alianza entre el Estado y la Iglesia se empezó a desvanecer por los actos crueles y malignos que la misma iglesia acepta haber cometido. Fueron influenciados y guiados por el Gobierno de la época, por lo que dichas experiencias nos enseñaron que es mejor que ambas instituciones trabajen por separado o que no tengan una relación de manera indirecta como se lleva actualmente en Colombia.

No obstante, existe esa correlación entre el Estado y la Iglesia, ya que las dos se complementan y de cierta manera buscan los mismos fines: el Estado trata de ayudar y crear condiciones sociales, económicas y sanitarias para que nuestra sociedad cada día sea mejor. Por otro lado, la Iglesia también ayuda, pero de manera distinta, esta nos brinda esa ayuda espiritual y religiosa, esta hace obras de caridad y ayuda a los más vulnerables.

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El Estado colombiano cubre a la Iglesia y la reconoce como la región principal del territorio nacional. Si bien, en Colombia hay un respeto por cualquier culto y cualquier religión puede ser profesada dentro del país, la Constitución reconoce que la Religión Católica es la dominante.

Ambas instituciones tienen poder y las dos partes buscan ayudar a los demás y aportar desde diferentes condiciones algo nuevo. Sin embargo, no deberían ser fusionadas o no deberían tener una relación directa, ya que puede prestarse para alianzas corruptas que desvíen todos estos fines por la ambición de más poder y dominio, porque como dijo el expresidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson: “La separación de Iglesia y Estado es una fuente de fortaleza, pero la conciencia de nuestra nación no requiere separación entre los hombres de Estado y de fe en el Ser Supremo”.

*Columnista invitado de la semana. Corresponsal del programa Prensa Escuela.