Según el periódico El Colombiano, el partido Centro Democrático del expresidente Uribe, “en alianza con varias organizaciones políticas y de víctimas del conflicto”, lanzaron este martes su propia Comisión de la verdad para “contar esa otra verdad que la comisión comunista no quiso contar”. Al evento de lanzamiento fueron políticos “de la talla” de Ingrid Betancourt y María Fernanda Cabal. No es la primera vez que un pasado vergonzoso y sucio, como el pasado violento de Colombia, genera tantos conflictos y deseos de ocultarlo, reinterpretarlo o eliminarlo.
Las interpretaciones, por ejemplo, del pasado criminal nazi hoy en día, en Alemania, no son cosa de historiadores, de un debate en una revista universitaria con 500 posibles suscriptores o de dos políticos. La conmemoración de los 70 años de la derrota nazi, el 8 de mayo de 2015, se inició con el discurso conmemorativo del historiador August Winkler,1 en una sesión solemne en Bundestag, ante la Canciller Angela Merkel, el Presidente Federal y el Presidente del Tribunal Constitucional Federal; lo cual muestra la importancia de la historia en la vida pública alemana. Allí afirmó que:
Hace 70 años, el 8 de mayo de 1945, la Wehrmacht alemana se rindió incondicionalmente - después de 2.077 días de guerra y más de 50 millones de muertos, incluidos unos ocho millones de alemanes. En la historia alemana no hay una ruptura más profunda que este día.
Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial en 1945, las preguntas que dividen a la conciencia alemana son ¿cómo Alemania, siendo la cuna de la historiografía moderna con Leopold von Ranke, pudo dar origen al nazismo?, y ¿cómo Alemania, siendo en el siglo XIX el gran centro de los estudios clásicos, pudo su sociedad terminar en manos del nazismo? Según Walter L. Bernecker, “los alemanes siguen luchando con esta carga histórica, y quizá no haya otro país en Europa que haya autoanalizado más su pasado reciente, su conciencia colectiva y las consecuencias que se derivan de su historia, como Alemania”.
De hecho, para preparar unas sesiones con mis estudiantes ví varias películas europeas, particularmente alemanas, para percibir cómo el cine de ese país ve su trágico pasado nazi. Algunas de ellas valen la pena para comprender este tortuoso autoexamen de Alemania como Napola – Elite für den Führer, acerca de las escuelas nazis; John Rabe que trata sobre la guerra de Japón en China de 2009, y está escrita y dirigida por el alemán ganador del Oscar Florian Gallenberger; La conspiración del silencio de Giulio Ricciarelli, en la que se muestra el afan de ocultar los archivos nazis y la lucha de un joven abogado por restablecer la verdad histórica; la película sueca-alemana Fjällbackamorden: Tyskungen (2013), traducida como Las huellas imborrables; Riphagen (2016), acerca del carnicero holandés Andries Riphagen; y, de Dinamarca, la premiada Under sandet [Land of Mine] (2015) y Una vida oculta [A Hidden Life] (2019).
El pasado nazi, 75 años después, sigue pesando en la conciencia alemana, pues “la confrontación con el propio pasado sería el doloroso proceso de la liberación interior”, afirmó el Presidente del Bundestag, Norbert Lammert. El mismo historiador August Winkler lo dijo de manera cruda: “no hay ninguna justificación moral para no mantener vivo el recuerdo atroz de esos hechos atroces, ni tampoco olvidar las obligaciones morales que se desprenden de ellos”, la confrontación alemana con el propio pasado no ha terminado y nunca lo hará. Cada generación buscará su acceso a la comprensión de una historia tan contradictoria como la alemana porque la apropiación de esta historia, según Winkler, debe incluir la disposición a enfrentar los lados oscuros del pasado. Nadie espera que los descendientes se sientan culpables por los actos cometidos en nombre de Alemania mucho antes de su nacimiento, “Pero la responsabilidad por el propio país siempre incluye la voluntad de afrontar la historia del país en su conjunto”.
La versión colombiana de un pasado vergonzoso e infame seguirá generando discordias hasta tanto, como la alemana, no sea enfrentado con decencia y dignidad.