La Diócesis de Roma decidió ayer cerrar todas sus iglesias hasta el 3 de abril para evitar la propagación del Covid-19, que en Italia ya superó los mil muertos. El pasado 8 de marzo se había anunciado la suspensión de las celebraciones civiles y religiosas. Allí también están cerrados todos los negocios que no ofrezcan servicios esenciales y se tienen prohibidas las concentraciones públicas y eventos deportivos. El papa Francisco se puso a tono con la situación: las audiencias y el Ángelus dominical lo hace por "streaming" para evitar el contacto con los fieles y las congregaciones masivas.
Venezuela, nuestro vecino cuyas informaciones oficiales tienen poca credibilidad, dice no tener aún casos de coronavirus. Ayer, Nicolás Maduro decidió suspender por un mes todos los vuelos desde Europa y desde Colombia, y anunció emergencia permanente en el sistema de salud para atender los casos que aparezcan. La permeabilidad de la frontera entre los dos países es un factor de riesgo importante, ante el permanente flujo de venezolanos hacia Colombia y las precarias condiciones higiénicas en las que arriban muchos de ellos.
Como una forma de hacerle frente al problema, y ante la certeza de 9 positivos en el país hasta el miércoles, el presidente Iván Duque anunció la declaratoria de emergencia sanitaria nacional hasta el 30 de mayo, con lo que quedaron suspendidos eventos masivos de más de 500 personas, aislamiento preventivo de los centros de adultos mayores, cierre de visitas a las cárceles, cancelación de entradas de cruceros y la sugerencia a las empresas para que adopten protocolos de prevención. De la misma manera, es prudente que niños con gripe no asistan a escuelas y colegios.
Este virus, que afecta principalmente a adultos mayores y personas con antecedentes delicados de salud y bajas defensas, se expande por el mundo, pese a los controles adoptados, lo que obliga a tomar medidas drásticas de manera coyuntural. En ese sentido, es sensato que en Caldas y Manizales sus autoridades cierren el camino a posibles contagios; no hay que esperar el primer caso en la ciudad para reaccionar. Es pertinente la alerta amarilla que implica que eventos con más de 100 personas sean suspendidos, a la vez que se activen protocolos y campañas que nos alineen a todos a tener conductas que eviten el contagio. Sin embargo, no deja de ser lamentable que eventos como la Feria Equina sean aplazados o interrumpidos, como la Exposición de Orquídeas.
El autocuidado es hoy muy importante. El permanente lavado de manos con jabón por 20 segundos como mínimo, y la utilización de alcohol glicerinado son clave. Cambios en nuestra cultura del saludo, por ejemplo, deben adoptarse para tener el contacto estrictamente necesario. El consumo frecuente de líquidos, taparse con el codo al toser o estornudar y evitar hablar en los ascensores son recomendaciones que pueden acogerse. Quien crea tener síntomas de la enfermedad debe mantenerse en casa y comunicarse con la línea 123, para poder recibir la atención médica necesaria.
Aunque el panorama es complejo, hay que mantener la calma. Ya China, donde se identificó el primer caso el 31 de diciembre del 2019, aseguró que dejó atrás el pico de la epidemia que infectó allí unas 80.000 personas y mató a 3.100, hasta ahora. Se alcanzó ayer el número más bajo de nuevos contagios, con 15 casos, y la tendencia es a que cada día sean menos. Así las cosas, si se aplican los protocolos de prevención es posible que para junio la emergencia mundial haya pasado. Lo que no podemos hacer es relajarnos y creer que nada pasará; en este momento no es exagerado tomar todas las medidas preventivas, pero sin caer en el pánico.