Es un acierto para la educación superior del departamento el proyecto de regionalización que se trazó la Universidad de Caldas este año, con el que espera pasar de 13 mil estudiantes matriculados a 18 mil, una ambiciosa meta acompañada por la apertura de cuatro sedes: en Manizales para el reforzamiento estructural de uno de sus edificios, Guarinocito (La Dorada) ya construida, Aguadas -que fue entregada este mes- y Anserma -que está en licencia de construcción-. Además de posibilitar ampliar la cobertura, esta estrategia también debe derivar en beneficios institucionales como mayores ingresos, mejores condiciones salariales, más investigación, aumento en la proyección social y mejora de la calidad educativa.
No puede quedarse en una mera descentralización de servicios educativos para acercar físicamente la Universidad a los estudiantes de los municipios, aunque indudablemente les ahorrará costos a los universitarios y a sus familias. El fin de la regionalización tiene que ser generar capacidades instaladas para llegar con programas pertinentes, como lo aprobó el Consejo Superior, y sobre todo que promuevan el desarrollo social y económico a través de una buena formación de futuros profesionales y técnicos, y ayuden a generar empleo. El alma máter de Caldas tiene que apuntarle a recuperar las labores de extensión con casi todos sus programas, que fueron tan fuertes hasta hace unas décadas y servían de ayuda para los territorios en las diferentes áreas.
Hay confianza en que el Gobierno Petro, que impulsó también esta idea con el nombre de Universidad en tu territorio en abril de este año, sí apoye financieramente a la Universidad de Caldas en este tipo de iniciativas que van en la misma línea. Ojalá lo cumpla y no se quede en anuncios en un 2024 que no comenzará con los mejores pronósticos. De la Nación, el proyecto de Anserma requiere $40 mil millones y se espera el giro para construir 10 casas universitarias en un terreno de 220 hectáreas en Guarinocito que albergarán a 270 estudiantes y fue entregado ayer como donación del Gobierno para la sede Magdalena Centro a través de la ministra de Educación, Aurora Vergara, y del presidente de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), Daniel Rojas.
Otro requerimiento de la regionalización debe ser la contratación y la cualificación del cuerpo docente. La Universidad tiene que resolver primero los problemas pendientes con los profesores ocasionales y catedráticos que vienen desde la puesta en marcha de la Ley 30 de 1992; ya son 31 años sin poder llegar a la formalización requerida, se sigue en discusiones a través de mesas técnicas para mejorar sus condiciones laborales. Solo así se podrá prestar un servicio adecuado, pero también que se pueda evaluar técnicamente para exigir mejor calidad educativa, aquí y en los municipios.
La regionalización depende de los recursos que ya debe estar gestionando el rector de la Universidad de Caldas, Fabio Hernando Arias, y que en su escritorio debe tener la ministra Vergara. Se espera que fluyan esos dineros para comenzar a ejecutar las acciones y que el departamento a través de su universidad pública empiece a ser ejemplo para otras de la ciudad, la región y el país. Es una oportunidad que no se puede desaprovechar, qué bueno sería que el resto de instituciones de educación superior locales se unieran a esta iniciativa a la que mucho le podrían aportar y también beneficiarse de ella.