Los 809 cuerpos sin identificar de personas de todas las edades que en los últimos 40 años han llegado a 12 morgues del departamento de Caldas superan cualquier cálculo de hasta dónde ha desembocado la violencia. Hoy yacen bajo tierra, en bolsas negras, marcadas con códigos y a la espera de dolientes, como lo registró LA PATRIA en un especial publicado ayer. Representan el dolor de igual número de familias y la perversidad que campea por nuestro territorio, pues muchos fueron rescatados de ríos que pasan por el departamento y desembocan en el Cauca y el Magdalena.
Nuestros ríos se convirtieron en ruta de cuerpos en estado de descomposición; además de bosques, terrenos baldíos, potreros, montañas, colinas y carreteras en las que los violentos ven como sitios favorables para consumar sus delitos. Socorristas y policías de estas zonas deben incluir ya entre sus labores el proceso de rescate de cuerpos en descomposición o irreconocibles. En la última semana de septiembre del 2021 recuperaron siete cadáveres del Cauca, y por su mal estado se desconoce quiénes eran. Las autoridades en Caldas reportan 34 cuerpos hallados entre el 2020 y el viernes. Las posibles causas del deceso las atribuyen principalmente a ahogamiento y homicidio.
Revela esto que así los hechos que llevaron a tener estos cadáveres flotando por las aguas o arrojados a los campos sean de violencias que provienen de otros departamentos terminan afectándonos aquí o se ha aprendido de ello en la región. Los delincuentes están viendo estas zonas como proclives para deshacerse de los cuerpos. En algo se debe estar fallando y para las autoridades debe ser un llamado de atención en cuanto a la vigilancia que se debería reforzar en puntos donde organismos de socorro y Policía tengan identificados como más peligrosos.
Tener la frialdad de lanzar a alguien a un río después de asesinarlo es algo que solo pueden realizar los peores criminales, afirma Rutas del Conflicto Armado, y eso ha puesto a muchas familias a rodar por los departamentos buscando a sus seres queridos desaparecidos. Por eso las acciones que se emprendan deben ser conjuntas, se trata de un tipo de delito con infinidad de aristas. Más doloroso todavía es que muchos de estos cuerpos de colombianos son enterrados sin nombre ni dolientes porque no se pudieron identificar. Es posible que ahí puedan estar algunos desaparecidos en el Eje Cafetero como consecuencia del conflicto armado, que son 3.642 y de los cuales 2.176 fueron en Caldas, según la JEP.
Por algo las víctimas del resguardo indígena San Lorenzo, en Riosucio, reclamaron por falta de apoyo. No han tenido acompañamiento para atender 15 puntos de interés forense en los que habría cuerpos de víctimas de desaparición forzada, y además por la demora para acondicionar los cementerios y recibir osamentas. La JEP abrió por este caso un incidente de desacato contra el gobernador de Caldas y los alcaldes de Riosucio y de Supía. La Defensoría del Pueblo alertó sobre la presencia de encapuchados armados por esa zona, que es cercana al paso del Cauca. Ahí están dando pistas de estas macabras cifras.