El Vaticano, en un acto de inclusión, emitió una directriz aprobada por el papa Francisco con la que les permite a los sacerdotes del mundo bendecir a las parejas del mismo sexo que lo soliciten. Aclara que no se puede confundir esto con el matrimonio, sacramento que se mantiene tal y como lo estipula la Iglesia Católica, solo para parejas heterosexuales. El propósito de esta disposición es establecer que Dios acoge a todos sin distingo, permite abrir la vida a Él para pedir su ayuda. No significa legitimar el amor entre homosexuales.
La Prefectura del Dicasterio para la Doctrina de la Fe elaboró esta declaración titulada Confianza Suplicante, a través del cardenal argentino Víctor Manuel Fernández. Hace 23 años que esta Congregación no se manifestaba con una directriz. La última fue la Dominus Iesus en el año 2000. Sin embargo, en el 2021 dicho Dicasterio, dirigido entonces por el cardenal español Luis Ladaria, había determinado que la Iglesia consideraba pecado las uniones del mismo sexo, lo que terminó en roces con el papa Francisco, que desde su llegada en el 2013 siempre ha buscado una Iglesia abierta y acorde a las nuevas realidades.
No puede haber lugar a confusión entre la feligresía, mucho menos entre el clero. No se está aprobando el matrimonio para este tipo de parejas, lo que hace el papa es posibilitar que reciban una bendición, ya que han sido personas totalmente excluidas del proceso eclesial y también tienen derecho a acercarse a Dios. Se les pide a los sacerdotes ser muy claros y en su sabiduría pastoral ver cómo realizan esta bendición, que según el documento del Vaticano no podrá ser parte de un ritual o liturgia de la Iglesia, tampoco se deberá acudir con vestimentas especiales; la bendición deberá ser algo sobrio, espontáneo, se trata de hacer una oración en la que se pida por la paz, la salud, la paciencia, el diálogo, la ayuda mutua de estas personas; pedir la fuerza y la luz para que se pueda cumplir la voluntad de Dios.
Este es un paso muy importante para la Iglesia Católica como institución, significa un hito al mantener el matrimonio como un sacramento reglado, que tiene su tradición en la Iglesia y sus fuentes en las Sagradas Escrituras, y bendecir lo que hay de bueno, verdadero y humanamente válido en las personas del mismo sexo; permite pedir al Espíritu Santo que siga trabajando en ellos y que reciban alimento espiritual en el proceso que están viviendo. Algunos sacerdotes han dicho que es clave para que la misericordia de Dios pueda operar en la Iglesia, pueda ayudarles. La Iglesia Católica no puede seguir apegada a estándares que están dejando por fuera a mucha gente. Todos somos hijos de Dios y así se debe entender.
La reciente directriz del Vaticano se adentra en el tema de las bendiciones diferenciando entre las rituales y litúrgicas y las bendiciones espontáneas, más relacionadas con gestos de devoción popular y que están en una categoría en la que se contempla la posibilidad de acoger a quienes no viven según las normas de la doctrina moral cristiana, pero piden humildemente ser bendecidos, muy en consecuencia con la visión pastoral del papa Francisco. Son otros tiempos los que vivimos y quizás todos debemos empezar a entender lo que dice el prefecto Fernández: “no se pretende legitimar nada, solo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio”.
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